Panorámica de la Sierra Gorda |
Ruta de Querétaro a la Sierra Gorda
“Todos los caminos llevan a Roma” señala un conocido
refrán. Lo mismo aplica en nuestro caso, pues hay varias vías para llegar a la
Sierra Gorda. Pero hay qué decir que no todas las rutas reúnen las condiciones
de seguridad y comodidad a las que se está acostumbrado. El espíritu aventurero
minimiza estas circunstancias. Por razón del tiempo que teníamos para ir y
regresar, tomamos la ruta más fácil, lo cual no por ello nos pareció menos
fascinante y opima en aventuras. Cada kilómetro que se avanza muestra paisajes
diferentes y contrastantes en su biodiversidad. Inclusive en cada viaje se
encuentra uno con nuevos matices. Desde la riqueza de la altiplanicie cultivada
en los municipios de Querétaro, Pedro Escobedo, El Marqués, Colón, Ezequiel
Montes y Cadereyta de Montes, hasta las boscosas montañas de Pinal de Amoles y
Jalpan de Serra, pasando por los pelones y áridos cerros del mismo Cadereyta y
Ezequiel Montes así como Tolimán y Peñamiller.
Salir de la ciudad de Querétaro para a unos
cuantos kilómetros de la capital queretana empezar a disfrutar abiertamente de
los portentos de la naturaleza, significa dejar atrás la rutina. Pero vayamos
por partes y despacio para gozar el viaje.
Nos
reunimos en el cerro del Sangremal. Ahí está el final del impresionante
acueducto que se construyó a iniciativa de don Juan Antonio de Urrutia y Arana
Pérez de Inoriza y Chavarri, Marqués de la Villa del Villar del Águila,
Caballero de la Alcántara, un español que vivió en Querétaro, quien no sólo
proporcionó el dinero sino que supervisó directamente la edificación de la
obra. Esta construcción se realizó con el fin de hacer llegar agua limpia desde
los manantiales del Capulín en el pueblo de la Cañada hacia la ciudad. Se
inició en 1726 y se concluyó en 1735.[1]
Al otro extremo del gran acueducto comienza la vieja
ruta hacia Tampico. Hoy en día es utilizado para visitar “el puerto jaibo” solo
cuando el paseo incluye visitar algún familiar o de plano solo se trata
aventurarse, ya que el trayecto más fácil y cómodo es por la autopista a San
Luis Potosí, pese a lo accidentado de la geografía entre Río Verde y Ciudad
Valles. Para llegar al corazón de la Sierra Gorda queretana es el camino más corto, ya que
hacerlo por San Luis Potosí implica invertir por lo menos dos horas más.
Tomando la ruta hacia el Este de la ciudad
llegaremos al ya mencionado pueblo de La Cañada, ubicado a seis kilómetros de
Santiago de Querétaro. Fue en este sitio donde nació la ciudad queretana. Este
lugar sirvió de asentamiento a grupos chichimecas quienes fueron pacificados
por Conín, un indio que vivía en Nopala, lugar que estaba sujeto a Jilotepec,
perteneciente al hoy Estado de Hidalgo. Acompañado de treinta familias, Conín
se vino a La Cañada a la llegada de los españoles. En lengua náhuatl, Conín
significa “ruido”.[2]
El espectáculo maravilloso de la naturaleza comienza a
resaltar. Hemos recorrido casi cuarenta kilómetros desde que salimos de la
capital queretana. A unos kilómetros se ve un picacho sobresalir de entre los
cerros. Es la famosa peña de Bernal. El impresionante monolito orgullo de los queretanos
-al que se le atribuyen propiedades mágicas como la provisión de buenas vibras, especialmente el día en
que sucede el equinoccio de primavera (21 de marzo), día en que la adorna un
albo listón formado por una larguísima fila humana vestida de blanco ávida de
llenarse de la “energía positiva” también señalado como el causante de la
longevidad característica entre los habitantes del pueblo cuya edad promedio
era de noventa y tres años hacia el año 1997, es el tercero en tamaño a nivel
mundial, atrás de “El Pan de Azúcar” en Brasil, el que a su vez es segundo por
detrás del Peñón de Gibraltar[3].
Es una experiencia maravillosa pasar junto al monstruo
pétreo que resguarda al tranquilo pueblo San Sebastián Bernal, el cual se
fundó, de acuerdo a los testimonios históricos hacia mediados del siglo XVII,
cuyos colonizadores de origen vasco residían en lo que actualmente es Cadereyta
de Montes. Estos, fueron llamados por los otomíes para que los defendieran de
los ataques que los belicosos chichimecas hacían de forma constante
aprovechándose de la pacífica actitud de los pueblos que habitaban el lugar de
manera sedentaria, factor a favor de los indios ya que no encontraban
resistencia para cometer robos de cosechas y mujeres, así como asesinar a los
varones. Si acaso, perdonaban la vida de de los niños y los viejos.[4]
Es muy probable que el viajero distraiga la ruta para
curiosear por las calles del pueblo como pretexto para acercarse aún más al
monolito, porque la peña tiene ese imán. Atrae sin darnos cuenta del momento en
que dejamos la carretera para admirarla más de cerca, sino hasta que caminamos
por sus adoquinadas calles entre los vetustos edificios, algunos evidentemente
muestran el paso de los años en su arquitectura virreinal, que aun remozados
guardan su construcción original. Ejemplos claros lo son el castillo y el
templo erigido en honor a San Sebastián construidos el primero casi al llegar los
españoles a asentarse en este sitio y el segundo hacia 1730.
Por cierto y aunque el término Bernal originalmente se
escribe con v por su raíz morisca, literalmente la expresión peña de Bernal es un pleonasmo, ya que
Bernal del árabe significa peña y peñasco, por lo que se estaría redundando:
peña de peña, o peña de peñasco. Se desconocen las razones de haber modificado
las grafías de v a b. Como complemento cultural, debo decir que los términos en lenguaje otomí ma'hando y en chichimeca de'hendo, tienen el mismo significado:
"En medio de dos".
En fin, aunque aprendimos con estas cápsulas
culturales, por ahora dejemos la gramática, la toponimia y las etimologías para
otra ocasión y sigamos nuestro camino rumbo a la Sierra Gorda.
¡Hey! No olvides el tentempié. Pasa al “modernista”
mercado de la comida que contrasta con la arquitectura colonial del pueblo para
disfrutar de unas ricas, deliciosas, nutritivas y tradicionales gorditas de
maíz quebrado rellenas de guisos, entre los que se incluyen los deliciosos
nopales en penca y para que “amarre” agrégale la sabrosa salsa molcajeteada.
Ahora sí, continuemos el camino. El siguiente
poblado interesante es San Antonio de la Cal.
A unos kilómetros de San Sebastián Bernal se encuentra
este poblado blanqueado por la brisa calcárea que emana de las fábricas caleras
asentadas en sus alrededores. De ahí se deriva su nombre. Considero que esta es la puerta grande del
semidesierto queretano, región con un mosaico de paisajes geofísicos y
culturales. En la cultura sobreviviente de la zona semidesértica
que incluye los municipios de Tolimán, Colón, Peñamiller, Cadereyta y Ezequiel
Montes, aun podemos encontrar algunos pueblos indígenas de ascendencia
chichimeca otomí, quienes cuentan con interesantes manifestaciones que les dan
identidad.
Un ejemplo evidente y permanente son las capillas-oratorio
construidas como espacios rituales relacionados con el culto interior del grupo
familiar, el barrio y la comunidad, con un gran celo de sus habitantes por
mantenerlas y adecuarlas a las necesidades funcionales del grupo, inclusive
planeando la construcción de nuevas capillas que se agregarían a las antiguas
cuya edificación llega a registrarse de principios del siglo XIX. En San
Antonio se encuentra la capilla-oratorio de don Ascencio donde varias
generaciones han ofrendado velas, alimentos y bebidas a una peculiar cruz,
probablemente una escultura tolteca construida entre 800 y 950 años antes de
Cristo en la cual aparecen motivos y símbolos mesoamericanos.[5]
La capilla-oratorio es el lugar donde se preserva
mejor la acción del movimiento sincrético en la cosmovisión indígena. En este
sincretismo están presentes por una parte los rasgos de la religión católica
(santos, rezos, cantos, el rosario), y por otra ahí se perpetúan las creencias
rituales autóctonas como el culto a los antepasados, las ofrendas a las
divinidades e incluso la hechicería. Esta costumbre de alguna manera permite la
conservación de las demás tradiciones.[6]
La ruta nos llevará a San Pablo, Tolimán, pueblo que
permite penetrar en el sincretismo religioso de su gente aunque para ello
debamos ocupar hasta tres meses si queremos conocer y participar de la fiesta
en honor al arcángel Miguel, la cual inicia el 1º de julio para culminar el 29
de septiembre, periodo en el que se manifiestan diversas expresiones de
agradecimiento y honra al patrono, muestra solidaridad y cooperativismo de los
habitantes tolimenses que se esmeran en participar a fin de realizar la
prolongada festividad. Desde las destrezas culinarias de la mujer
indígena-mestiza hasta la habilidad artesanal de la gente en general que se
refleja en la elaboración de un enorme chimal que se levanta al frente del
templo, pasando por las velaciones y danzas.
La autenticidad y vigencia de las costumbres y
tradiciones de los pueblos del semidesierto queretano se refleja en el orgullo
chichimeca, en su convicción de provenir de unos ancestros que resistieron a la
dominación y se mantuvieron en la resistencia; orgullo presente en el culto a
los cerros sagrados (uno de estos cerros es la peña de Bernal); en la creencia
de que en las cimas viven los antepasados mecos, teniendo al chimal como
estandarte de resistencia.[7]
El chimal, también llamado frontal, es una
ofrenda cuya elaboración se remite a varios siglos de existencia consistente en
una estructura de carrizo y madera adornada con cucharilla de sotol que se va
entretejiendo para darle formas diversas entre las que sobresalen la cruz y el
cáliz, símbolos del cristianismo, complementando la ornamentación con frutas,
tortillas, pan y flores a manera de agradecimiento. El levantamiento del chimal
incluye una ceremonia dirigida por los mayordomos quienes inciensan y rezan
acompañados con música interpretada por una banda de viento de inicio a final
de esta ceremonia.[8]
En la entrada a Tolimán, tomaremos la desviación a
Jalpan que nos llevará por un valle antes de comenzar la subida de montañas que
culminará en el paso conocido como Puerta del Cielo. ¡Uf, me estoy adelantando!
En una prolongada mesa que comienza unos kilómetros
después de la entrada a Tolimán, atravesaremos la comunidad de Higuerillas.
Kilómetros adelante nos encontraremos con la vía que viene de San Juan del Río.
En esta ruta, San Juan del Río-Xilitla, se pasa por
los municipios más importantes del Estado económicamente hablando. Obviamente
después de Querétaro y el mismo San Juan. Hablo de Tequisquiapan, Ezequiel
Montes y Cadereyta de Montes.
Reconocido por sus balnearios, muchos de ellos
surtidos por manantiales de aguas termales, el municipio de Tequisquiapan,
después de la capital queretana, es el más importante en lo que a oferta
turística se refiere. Los
primeros españoles llegaron en 1551 y fundaron esta región habitada por
chichimecas llamándola Santa María de la Asunción y de las Aguas Calientes. Cien años después,
en 1656, su nombre fue modificado por el de Tequisquiapan, término que en
náhuatl significa "lugar de agua y tequesquite".
La ganadería
junto con la agricultura son las principales actividades económicas de la
región. Después de Pedro Escobedo y San Juan del Río, como principales agentes
de recursos a la economía estatal en el rubro agropecuario, están los
municipios Cadereyta y Ezequiel Montes. Con el nombre dado a estos dos municipios se rinde homenaje a uno de
los más grandes intelectuales que brindó la región donde se asientan tales
municipalidades a nuestro país: Don Ezequiel Montes Ledezma quien fuera
destacado jurista, diputado federal por Querétaro, con encargos
plenipotenciarios ante diversas naciones.
Justo es
mencionar que aunque en menor medida, las actividades turísticas o de otro tipo
también hacen sus aportaciones a los ingresos municipales. En el caso de
Ezequiel Montes, cuenta con un recurso natural muy importante para motivar el
turismo y del cual ya comenté de manera vasta (considerando los objetivos de
este libro): me refiero a la Peña de Bernal. Mientras que Cadereyta tiene
importantes ingresos de la minería representada en la explotación del mármol, a
la cual se dedica buena parte de los habitantes del pintoresco pueblito de
Vizarrón, cuya peculiaridad es el empedrado de sus calles con este material. Aquí podrás encontrar fuentes,
esculturas, pisos y lápidas elaborados con mármol.[9] En la
región también se explota, aunque en menor grado, una piedra semipreciosa: el
ópalo.
Una de las
riquezas culturales de Cadereyta asentadas en su territorio, la representan uno
de los centros ceremoniales chichimecas más importantes de la Sierra Gorda:
Toluquilla. En la zona sur de la Sierra Gorda, en la cima de un cerro, se
localizan escondidos por los árboles alrededor de ciento veinte edificios y
cuatro juegos de pelota. Se piensa que esta ciudad prehispánica construida
aproximadamente cuatro siglos antes de Cristo era un santuario debido a los
altares, edificios rituales y los temascales que en ella se encuentran.
Salvo
Tequisquiapan y Toluquilla, los demás sitios pueden ser visitados saliendo de
Bernal para tomar la ruta por Ezequiel Montes, en lugar de coger la senda que
caminamos por San Antonio de la Cal. Este desvío alargará veinte kilómetros
aproximadamente y desde luego algunos minutos más, nuestro destino final.
Quince kilómetros después del entronque motivo de la explicación sobre la existencia de la ruta alterna, se encuentra el último poblado del camino a los confines del Estado queretano: Peña Blanca. Tranquila, hospitalaria, esta comunidad nos despide del valle antes de comenzar el recorrido en las escarpadas montañas serragordenses. Aquí encontraremos la gentileza de varias personas que ponen a nuestra disposición algunos alimentos caseros elaborados de maneras sencillas, pero capaces de satisfacer el paladar más exigente con algún pedido especial.
Para mí fue una
delicia saborear un par de huevos estrellados con frijoles de la olla y arroz,
aderezados con salsa de molcajete, sin faltar unas tortillas de maíz bien
calientitas -y hasta infladas-, acabadas de salir del comal, elaboradas por las
morenas y sensibles manos de la cocinera. Otro platillo que hace se me renuevan
las glándulas salivales son las gorditas de maíz quebrado, que al igual que en
Bernal, se pueden rellenar de algún guisado como nopalitos, chicharrón de cerdo
en salsa roja o verde, huevo preparado también en salsas, queso o frijolitos.
¡Mmmmm! aquí le dejo, porque se excita mi apetito sólo de recordarlo.
Monumento al Barretero Pinal de Amoles, Qro |
Templo de San José Pinal de Amoles |
La peña Vista desde el pueblo de Bernal |
Misión de Landa Landa de Matamoros, Qro. |
Comienza el ascenso
A partir de este
lugar, aproximadamente cien kilómetros nos separan de Ayutla. Para llegar a ese
sitio deberemos subir y bajar cerros y montañas durante casi dos horas más de
camino. Atravesaremos bellos y pintorescos pueblos a saber: Pinal de Amoles,
Ahuacatlán de Guadalupe y Jalpan. Pasaremos por hermosos parajes como la Puerta
del Cielo, un punto donde se abrió la montaña para dar paso a la carretera y
que dejó una vista impresionante que se magnifica sobre todo cuando la espesa
niebla cubre la montaña. Pasando Pinal de Amoles podríamos desviarnos un poco
para salirnos del camino pavimentado y adentrarnos en una brecha hasta llegar a
la cascada El Chuveje, una maravilla natural que embellece más el paisaje en
temporada de lluvias al aumentar considerablemente su tamaño. Asimismo algunos
puntos determinados en la pista se convierten en excelentes miradores desde los
cuales es posible admirar la majestuosidad de la Sierra Gorda que se extiende
kilómetros y kilómetros ante nuestros ojos. En este sentido, antes de llegar a
Pinal, en la comunidad de La Cañada se puede entrar a un rústico camino que
conduce hasta el mirador Cuatro Palos, un balcón natural, desde cuyas alturas
es posible embelesarse por un lado con la verde naturaleza de la Sierra Gorda y
por el otro, con los tonos amarillentos del semidesierto queretano.
En dicho sitio
además de tener el placer de admirar en lontananza las silueta de la Peña de de
Bernal, el Cerro de la Media Luna; las montañas circundantes y un poco más
cerca el ex convento de Bucareli, se pueden disfrutar momentos más íntimos de
convivencia con la naturaleza, ya que es un agradabilísimo sitio para acampar.
El tiempo se
hace corto y no alcanza para hacer muchos altos en el camino o desviarse a cada
rato como para visitar también el Puente de Dios, que se localiza entre Ahuacatlán
de Guadalupe y Laguna de Pitzquintla; las ruinas arqueológicas del Quirambal,
vestigios de nuestros ancestros, descuidados por las autoridades de
Antropología e Historia. En este último sitio se encuentra un sótano, de los
muchos que existen en la zona, cuya profundidad no ha sido aún explorada.
Kilómetro ciento
setenta y tres de la carretera San Juan del Río-Xilitla. Comunidad Puerto de
Ánimas. Es la última cima antes de descender a un extenso terreno semiplano
entre la Sierra Gorda Queretana con clima tropical húmedo cuya temperatura
promedio es de veinticinco grados centígrados. Desde este punto se tienen
varias perspectivas, llamando la atención hacia el norte la panorámica ofrecida
por un bello y tranquilo pueblo emprendedor, que apuntala su importancia como
para llegar a convertirse en una de las grandes ciudades de la huasteca queretana:
Jalpan de Serra.
La escena de Jalpan que se ve desde Puerto de Ánimas durante la noche es impresionante, máxime ante la ausencia de la luna. En medio de la total oscuridad, resalta la enorme mancha iluminada al fondo del pequeño valle en que se asienta “el corazón de Querétaro en la sierra” como dice Perfecto López Martínez en su composición “Así es mi Jalpan”. Belleza que sobresale aun más en días de feria por las luces artificiales multicolores que adornan los juegos mecánicos pero principalmente a la quema del castillo cuyos fuegos pirotécnicos “atacan el firmamento en una vana lucha por horadar el inmenso vacío azul-oscuro, como intentando derribar alguna de las miles de estrellas cual escudos cubren el hermoso manto protector de la rica naturaleza serrana”.
Jalpan
representa un alto obligatorio en el camino. Aquí se bifurcan los caminos. Uno
se adentra en la Huasteca. El otro se desvía hacia la Zona Media potosina.
Tomamos la segunda vía para llegar a nuestra primera entrevista con la Sierra
Gorda.
Antes de
reanudar la marcha, degustamos unos sabrosos alimentos callejeros que nos
ofrecían los puestos instalados alrededor del jardín principal con motivo de la
feria de abril. Admiramos la majestuosidad de la Misión de Jalpan dedicada a
Santiago Apóstol, la cual fue construida por los franciscanos a mediados del
siglo XVIII, bajo la coordinación de Fray Junípero Serra.
Después de un
breve descanso, tomamos hacia el oeste para dirigirnos al ansiado Ayutla. El
clima había cambiado mucho en relación al que teníamos cuando cruzábamos Pinal
de Amoles hasta Puerto de Ánimas. Para esos momentos el calor era agradable,
diferente a lo que estábamos acostumbrados en la capital queretana. Nuestra
juventud se embriagaba respirando el limpio ambiente natural de la sierra que
nos brindaba sus olores emanados por la exuberante vegetación primaveral. Así
como el característico aroma de los zorrillos que merodeaban la carretera.
Playas de Ayutla
Por fin llegamos a Ayutla, un sitio cercano a Concá. A causa de los días vacacionales, aquel sitio estaba convertido en un enorme campamento. Era un espectáculo grotesco el que apareció ante nuestros ojos con cantinas y discotecas ambulantes atrayendo la atención. Las primeras se peleaban a los cientos de vacacionistas que llegábamos en busca de tranquilidad unos pocos, en busca de desfogue al estrés urbano la gran mayoría. Desahogo que pretendían tener estos últimos en una tierra de nadie y a cual más quería mostrar quien traía el sonido más potente conectado a su vehículo. El silencio lo esperamos hasta las cinco de la madrugada mas nunca llegó. Finalmente el cansancio nos venció. Tres horas después despertamos. Algunos aparatos seguían funcionando con volumen bajo. La mayoría fueron apagados o se apagaron ante la falta de energía eléctrica. El panorama que ofrecían los visitantes que dormían esparcidos sobre la arena de la playa era dantesco, ya que evidentemente habían sido vencidos por la excesiva ingesta de alcohol.
No se espanten.
Por fortuna este no es el entorno que encontraremos en la huasteca ya que la
situación descrita se presenta solo en los días santos, del jueves al sábado.
El ambiente en la huasteca es mucho muy diferente. El ruido excesivo solo se
causa en los pueblos o comunidades de tamaño considerable, es decir, poblados
con más de mil habitantes, durante las fiestas patronales o ferias regionales,
con la salvedad que hay menos estridencia.
Fue emocionante el momento en que un trío de son huasteco
se acercó ofreciendo: ¿Un huapanguito? Internamente gocé del momento. No oía
música huapanguera en vivo desde que viví en el rancho cuando mi abuela paterna
y mi madre nos llevaron a mis hermanos y a mí, a algunas fiestas de boda y a
algún velorio en cuyos eventos la música era ejecutada por un grupo arribeño o
“de vara”, como se conoce a los músicos de la Sierra Gorda.
No dudé en
solicitar una pieza. Toquen “La azucena” por favor-, les pedí. A esta se
siguieron otras tres o cuatro piezas más. Mis acompañantes no dijeron nada,
solo escucharon. Para ellos era algo novedoso oír el son huasteco.
Disfrutamos del
ambiente nocturno hasta donde las circunstancias lo permitieron. Caminamos
explorando los alrededores. Admiramos la vegetación oliendo los aromas que
despedían. Tocamos sus hojas. Descalzamos nuestros pies para sentir la suavidad
granulosa de la arena. Buscamos un sitio alejado del estruendoso ambiente para
acomodarnos y descansar. De alguna manera lo conseguimos después de haber
comenzado una charla que se prolongó por varias horas hasta que, pese a las
estridencias, el cansancio nos venció.
La intensa luz
del sol que generaba el abochornante calor nos despertó horas más tarde,
dándonos cuenta del aspecto ya descrito. Decidimos repetir el recorrido por los
alrededores, ahora a la luz del día. Esta vez nuestros pies descalzos sentían
no solo la granulosidad, sino también lo caliente de la arena. Nos zambullimos
en las deliciosas aguas de los ríos. Constatamos lo que nos habían dicho. Las
temperaturas de uno y otro río antes de unirse, son diferentes. No quema una
agua, ni congela la otra, pero se percibe fácilmente el cambio.
De esta manera
tuve mi primer contacto con la bella Sierra Gorda y la no menos hermosa
Huasteca queretanas. Veinte años después aún me emociono cada vez que regreso,
tan sólo al pensar cuando lo voy a hacer. Cada ocasión que viajo por estas tierras, de noche o de día, percibo situaciones
diferentes. A veces cambia el color de los
paisajes… otras, descubro algo nuevo: una piedra, una forma diferente en un
mismo panorama o hasta un árbol que antes no había visto.
[1] Historia
mínima de Querétaro; INEA; 1993.
[2] Ibídem.
[6] Las capillas oratorio otomíes
de San Miguel Tolimán; Heidi Chemín Bäsler; Fondo Editorial de Querétaro, México;1993
[7] La cultura otomí
chichimeca del semidesierto queretano; un patrimonio vivo; Folleto 1ª Feria de
Programas y Servicios Federales; Textos de los Antrop. Beatriz Utrilla S. y
Diego Prieto H.; INAH; 2008.
[8] Programa de actividades
del 7º Encuentro de Culturas Populares e Indígenas; Los Frontales, texto de
Diana Trejo Hernández; 2008.
Fragmento adaptado del libro
La Huasteca. Un paraíso compartido
José Guadalupe Arvizu Olalde
-- PepeHuapango --
Edición independiente con apoyo PACMYC, 2009
Fotografías tomadas por Cecilia Tello Zúñiga y José Guadalupe Arvizu Olalde.
Misión de Jalpan |
Panorámica de la Sierra Gorda Al fondo, Cerro de la Media Luna |
Jalpan de Serra |
Puente colgante en Ayutla |
En Ayutla |
Sabinos en Ayutla |
Misión de Concá |
Templo en Purísima de Arista Arroyo Seco, Qro |
Grita los Herrera San Joaquín, Qro |
LA PEÑA DE BERNAL |
Puerta del Cielo |
Yemplo Ahuacatlán de Guadalupe Pinal de Amoles, Qro. |
Panorámica Agua Zarca Landa de Matamoros, Qro. |
LANDA DE MATAMOROS, QRO. |
En Landa de Matamoros, Qro. |
Entre la Sierra Gorda Landa de Matamoros, Qro. |
Sierra Gorda Límites de Querétaro e Hidalgo |
La Peña de Bernal |
Concurso de violín, huapango San Joaquín, Qro |
Concurso de baile, huapango. San Joaquín, Qro. |
Zona arqueológica de Ranas |
Monumento de Pan El Marqués, Qro. |
La escultura del Monumento al Barretero en Pinal de Amoles es de la autoría del ya fallecido Arq. Juan Velasco, autor de muchas esculturas en la Ciudad de Querétaro.
ResponderEliminarMVZ Marco Antonio Asprón Pelayo.