lunes, 15 de junio de 2015

Voz ciudadana

Democracia

Me considero un ciudadano con un compromiso social. Ocasionalmente me apartaré totalmente del tema huapanguero y huasteco para poner sobre la mesa temas de interés social. Por eso ahora comentaré un poco sobre mi percepción de la democracia en México.

Me atrae el aspecto político-social. He realizado actividades sociales para el mejoramiento de mi entorno más cercano. Comencé mi activismo social buscando mejorar el entorno físico de mi barrio, o al menos las manzanas cercanas a mi domicilio. Logramos que se colocaran focos en los postes donde faltaban, se arreglaran los drenajes, se eliminaran los baches de nuestras calles empedradas, aun cuando tuviese que suplir y/o retar a la autoridad. Por ejemplo: dos semanas y media puse un bote con un ficus (arbusto), un día sí y al otro también, en un enorme bache, hasta que cansados de que la autoridad no tuviera los medios para arreglarlo (al menos eso nos dijeron las veces que insistíamos), rellenamos el bache con tepetate y piedras; en el caso de la luz nocturna, pagamos a amigos de la CFE o algún electricista para que colocara los focos en los postes (la delegada nos obsequió algunos focos, los demás los compramos) para tener iluminada aunque fuese parte de nuestras calles cercanas.

También he colaborado de manera directa en la preparación de varios procesos electorales. Hace 21 años participé como Presidente de Mesa Directiva de Casilla. Fue en las elecciones de 1994 cuando fui insaculado y posteriormente designado como Presidente de Casilla. José Woldemberg era el Consejero Presidente del casi naciente Instituto Federal Electoral (IFE).
La efervescencia ciudadana ante la esperanza de elegir un Presidente de la República sin las acostumbradas acarreadas por parte del partido oficialista en el poder (PRI) era palpable, aun cuando por varios procesos más siguió haciendo los consabidos chanchullos y trampas  hasta el año 2000. En las elecciones de ese año, la sociedad mexicana tan golpeada por las malas decisiones gubernamentales y harta de un sistema corrupto, favoreció con su voto a un candidato para Presidente de la República emanado de otro partido. Fue tan evidente el apoyo que recibió Vicente Fox  Quesada (PAN), que la tradicional maquinaria del Estado encargada de “arreglar” los procesos electorales no pudo hacer nada por rebatir el avasallante triunfo del panista, tal como lo hizo doce años antes Manuel Bartlett Díaz, encargado de manejar dicha estructura establecida para garantizar la permanencia del PRI en Los Pinos.
Esa ocasión (1988) Carlos Salinas de Gortari, señalado para suceder a Miguel de la Madrid Hurtado, era derrotado en el cómputo de los votos por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, postulado por una coalición izquierdista: el Frente Democrático Nacional quienes también compitieron con Manuel J. Clouthier del Partido Acción Nacional, Heberto Castillo, Gumersindo Magaña y Rosario Ybarra de la Garza.
Aconteció que el Secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral, Bartlett Díaz, anunció que los resultados electorales no podrían ser entregados inmediatamente. Posteriormente Diego Fernández de Cevallos, durante la sesión de la comisión –después de la visita de los candidatos–  dijo que el sistema “se cayó”, indicando con esto que se habían dejado de recibir datos de los distritos. Circunstancia que, se sospecha por la oposición, fue aprovechada para maquillar y manipular los números.

Pero en las elecciones del año 2000 ya no fue posible que los testaferros del poder pusieran en práctica las acostumbradas artimañas y artilugios de cada proceso electoral, mismas que les permitían mantener a la misma élite en los cargos donde en lugar de hacer las funciones para las cuales son elegidos se dedican a saquear las arcas del erario público.

Hoy día el saqueo ya no se da tan descaradamente. Ahora está disfrazado con los altos sueldos y salarios que se autorizan presidentes municipales, diputados, senadores, gobernadores, etc, etc., sin que exista un control regulado, pese a la presencia de diversas corrientes ideológico-políticas en los diferentes niveles de gobierno.

Hasta hace poco más de veinte años, la clase política estaba supeditada a una cabeza: el presidente de la República. Actualmente, con la aparición de más partidos políticos y diputados emanados de ellos, se pensaría que estos deberían ser un contrapeso a las decisiones de las mayorías priistas y panistas. Empero no es así, sobre todo si hablamos de proteger a los ciudadanos comunes y corrientes de las medidas que se toman para la administración de los bienes del Estado.

No todo lo que acontece en nuestro país se debe a los políticos y dirigentes.
Parte importante de esto es la población, los ciudadanos. Dicen que para que haya explotación debe haber explotador y explotado, luego entonces, para que haya malos gobernantes debe haber malos gobernados. Por tanto es necesario resaltar la importancia de la participación ciudadana para revocar la situación de los pulpos en el poder. Hasta la próxima

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