Democracia
Me
considero un ciudadano con un compromiso social. Ocasionalmente me apartaré
totalmente del tema huapanguero y huasteco para poner sobre la mesa temas de
interés social. Por eso ahora comentaré un poco sobre mi percepción de la
democracia en México.
Me atrae
el aspecto político-social. He realizado actividades sociales para el
mejoramiento de mi entorno más cercano. Comencé mi activismo social buscando
mejorar el entorno físico de mi barrio, o al menos las manzanas cercanas a mi
domicilio. Logramos que se colocaran focos en los postes donde faltaban, se
arreglaran los drenajes, se eliminaran los baches de nuestras calles
empedradas, aun cuando tuviese que suplir y/o retar a la autoridad. Por
ejemplo: dos semanas y media puse un bote con un ficus (arbusto), un día sí y
al otro también, en un enorme bache, hasta que cansados de que la autoridad no
tuviera los medios para arreglarlo (al menos eso nos dijeron las veces que
insistíamos), rellenamos el bache con tepetate y piedras; en el caso de la luz
nocturna, pagamos a amigos de la CFE o algún electricista para que colocara los
focos en los postes (la delegada nos obsequió algunos focos, los demás los
compramos) para tener iluminada aunque fuese parte de nuestras calles cercanas.
También
he colaborado de manera directa en la preparación de varios procesos
electorales. Hace 21 años participé como Presidente de Mesa Directiva de
Casilla. Fue en las elecciones de 1994 cuando fui insaculado y
posteriormente designado como Presidente de Casilla. José Woldemberg era el
Consejero Presidente del casi naciente Instituto Federal Electoral (IFE).
La
efervescencia ciudadana ante la esperanza de elegir un Presidente de la
República sin las acostumbradas acarreadas por parte del partido
oficialista en el poder (PRI) era palpable, aun cuando por varios procesos
más siguió haciendo los consabidos chanchullos y trampas hasta el año 2000. En las elecciones de ese
año, la sociedad mexicana tan golpeada por las malas decisiones gubernamentales
y harta de un sistema corrupto, favoreció con su voto a un candidato para
Presidente de la República emanado de otro partido. Fue tan evidente el apoyo
que recibió Vicente Fox Quesada (PAN),
que la tradicional maquinaria del Estado encargada de “arreglar” los procesos
electorales no pudo hacer nada por rebatir el avasallante triunfo del panista,
tal como lo hizo doce años antes Manuel Bartlett Díaz, encargado de manejar
dicha estructura establecida para garantizar la permanencia del PRI en Los
Pinos.
Esa
ocasión (1988) Carlos Salinas de Gortari, señalado para suceder a Miguel de la
Madrid Hurtado, era derrotado en el cómputo de los votos por Cuauhtémoc
Cárdenas Solórzano, postulado por una
coalición izquierdista: el Frente Democrático Nacional quienes también compitieron con Manuel J.
Clouthier del Partido Acción Nacional, Heberto Castillo, Gumersindo Magaña y Rosario Ybarra de
la Garza.
Aconteció que el Secretario de Gobernación y presidente de la Comisión
Federal Electoral, Bartlett Díaz, anunció que los resultados
electorales no podrían ser entregados inmediatamente. Posteriormente Diego
Fernández de Cevallos, durante la sesión de la comisión –después de la visita de los
candidatos– dijo que el sistema “se
cayó”, indicando con esto que se habían dejado de recibir datos de los
distritos. Circunstancia que, se sospecha por la oposición, fue aprovechada
para maquillar y manipular los números.
Pero en
las elecciones del año 2000 ya no fue posible que los testaferros del poder
pusieran en práctica las acostumbradas artimañas y artilugios de cada proceso
electoral, mismas que les permitían mantener a la misma élite en los cargos
donde en lugar de hacer las funciones para las cuales son elegidos se dedican a
saquear las arcas del erario público.
Hoy día
el saqueo ya no se da tan descaradamente. Ahora está disfrazado con los altos
sueldos y salarios que se autorizan presidentes municipales, diputados,
senadores, gobernadores, etc, etc., sin que exista un control regulado, pese a
la presencia de diversas corrientes ideológico-políticas en los diferentes
niveles de gobierno.
Hasta hace
poco más de veinte años, la clase política estaba supeditada a una cabeza: el
presidente de la República. Actualmente, con la aparición de más partidos
políticos y diputados emanados de ellos, se pensaría que estos deberían ser un
contrapeso a las decisiones de las mayorías priistas y panistas. Empero no es
así, sobre todo si hablamos de proteger a los ciudadanos comunes y corrientes
de las medidas que se toman para la administración de los bienes del Estado.
No todo
lo que acontece en nuestro país se debe a los políticos y dirigentes.
Parte
importante de esto es la población, los ciudadanos. Dicen que para que haya
explotación debe haber explotador y explotado, luego entonces, para que haya
malos gobernantes debe haber malos gobernados. Por tanto es necesario resaltar
la importancia de la participación ciudadana para revocar la situación de los
pulpos en el poder. Hasta la próxima
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