martes, 23 de junio de 2015

Sierra Gorda Queretana

Panorámica de la Sierra Gorda
Ruta de Querétaro a la Sierra Gorda
“Todos los caminos llevan a Roma” señala un conocido refrán. Lo mismo aplica en nuestro caso, pues hay varias vías para llegar a la Sierra Gorda. Pero hay qué decir que no todas las rutas reúnen las condiciones de seguridad y comodidad a las que se está acostumbrado. El espíritu aventurero minimiza estas circunstancias. Por razón del tiempo que teníamos para ir y regresar, tomamos la ruta más fácil, lo cual no por ello nos pareció menos fascinante y opima en aventuras. Cada kilómetro que se avanza muestra paisajes diferentes y contrastantes en su biodiversidad. Inclusive en cada viaje se encuentra uno con nuevos matices. Desde la riqueza de la altiplanicie cultivada en los municipios de Querétaro, Pedro Escobedo, El Marqués, Colón, Ezequiel Montes y Cadereyta de Montes, hasta las boscosas montañas de Pinal de Amoles y Jalpan de Serra, pasando por los pelones y áridos cerros del mismo Cadereyta y Ezequiel Montes así como Tolimán y Peñamiller.

Salir de la ciudad de Querétaro para a unos cuantos kilómetros de la capital queretana empezar a disfrutar abiertamente de los portentos de la naturaleza, significa dejar atrás la rutina. Pero vayamos por partes y despacio para gozar el viaje.

Nos reunimos en el cerro del Sangremal. Ahí está el final del impresionante acueducto que se construyó a iniciativa de don Juan Antonio de Urrutia y Arana Pérez de Inoriza y Chavarri, Marqués de la Villa del Villar del Águila, Caballero de la Alcántara, un español que vivió en Querétaro, quien no sólo proporcionó el dinero sino que supervisó directamente la edificación de la obra. Esta construcción se realizó con el fin de hacer llegar agua limpia desde los manantiales del Capulín en el pueblo de la Cañada hacia la ciudad. Se inició en 1726 y se concluyó en 1735.[1]

Al otro extremo del gran acueducto comienza la vieja ruta hacia Tampico. Hoy en día es utilizado para visitar “el puerto jaibo” solo cuando el paseo incluye visitar algún familiar o de plano solo se trata aventurarse, ya que el trayecto más fácil y cómodo es por la autopista a San Luis Potosí, pese a lo accidentado de la geografía entre Río Verde y Ciudad Valles. Para llegar al corazón de la Sierra Gorda queretana es el camino más corto, ya que hacerlo por San Luis Potosí implica invertir por lo menos dos horas más.

Tomando la ruta hacia el Este de la ciudad llegaremos al ya mencionado pueblo de La Cañada, ubicado a seis kilómetros de Santiago de Querétaro. Fue en este sitio donde nació la ciudad queretana. Este lugar sirvió de asentamiento a grupos chichimecas quienes fueron pacificados por Conín, un indio que vivía en Nopala, lugar que estaba sujeto a Jilotepec, perteneciente al hoy Estado de Hidalgo. Acompañado de treinta familias, Conín se vino a La Cañada a la llegada de los españoles. En lengua náhuatl, Conín significa “ruido”.[2]

El espectáculo maravilloso de la naturaleza comienza a resaltar. Hemos recorrido casi cuarenta kilómetros desde que salimos de la capital queretana. A unos kilómetros se ve un picacho sobresalir de entre los cerros. Es la famosa peña de Bernal. El impresionante monolito orgullo de los queretanos -al que se le atribuyen propiedades mágicas como la provisión de buenas vibras, especialmente el día en que sucede el equinoccio de primavera (21 de marzo), día en que la adorna un albo listón formado por una larguísima fila humana vestida de blanco ávida de llenarse de la “energía positiva” también señalado como el causante de la longevidad característica entre los habitantes del pueblo cuya edad promedio era de noventa y tres años hacia el año 1997, es el tercero en tamaño a nivel mundial, atrás de “El Pan de Azúcar” en Brasil, el que a su vez es segundo por detrás del Peñón de Gibraltar[3].

Es una experiencia maravillosa pasar junto al monstruo pétreo que resguarda al tranquilo pueblo San Sebastián Bernal, el cual se fundó, de acuerdo a los testimonios históricos hacia mediados del siglo XVII, cuyos colonizadores de origen vasco residían en lo que actualmente es Cadereyta de Montes. Estos, fueron llamados por los otomíes para que los defendieran de los ataques que los belicosos chichimecas hacían de forma constante aprovechándose de la pacífica actitud de los pueblos que habitaban el lugar de manera sedentaria, factor a favor de los indios ya que no encontraban resistencia para cometer robos de cosechas y mujeres, así como asesinar a los varones. Si acaso, perdonaban la vida de de los niños y los viejos.[4]

Es muy probable que el viajero distraiga la ruta para curiosear por las calles del pueblo como pretexto para acercarse aún más al monolito, porque la peña tiene ese imán. Atrae sin darnos cuenta del momento en que dejamos la carretera para admirarla más de cerca, sino hasta que caminamos por sus adoquinadas calles entre los vetustos edificios, algunos evidentemente muestran el paso de los años en su arquitectura virreinal, que aun remozados guardan su construcción original. Ejemplos claros lo son el castillo y el templo erigido en honor a San Sebastián construidos el primero casi al llegar los españoles a asentarse en este sitio y el segundo hacia 1730.

Por cierto y aunque el término Bernal originalmente se escribe con v por su raíz morisca, literalmente la expresión peña de Bernal es un pleonasmo, ya que Bernal del árabe significa peña y peñasco, por lo que se estaría redundando: peña de peña, o peña de peñasco. Se desconocen las razones de haber modificado las grafías de v a b. Como complemento cultural, debo decir que los términos en lenguaje otomí ma'hando y en chichimeca de'hendo, tienen el mismo significado: "En medio de dos".
En fin, aunque aprendimos con estas cápsulas culturales, por ahora dejemos la gramática, la toponimia y las etimologías para otra ocasión y sigamos nuestro camino rumbo a la Sierra Gorda.

¡Hey! No olvides el tentempié. Pasa al “modernista” mercado de la comida que contrasta con la arquitectura colonial del pueblo para disfrutar de unas ricas, deliciosas, nutritivas y tradicionales gorditas de maíz quebrado rellenas de guisos, entre los que se incluyen los deliciosos nopales en penca y para que “amarre” agrégale la sabrosa salsa molcajeteada.

Ahora sí, continuemos el camino. El siguiente poblado interesante es San Antonio de la Cal.

A unos kilómetros de San Sebastián Bernal se encuentra este poblado blanqueado por la brisa calcárea que emana de las fábricas caleras asentadas en sus alrededores. De ahí se deriva su nombre. Considero que esta es la puerta grande del semidesierto queretano, región con un mosaico de paisajes geofísicos y culturales. En la cultura sobreviviente de la zona semidesértica que incluye los municipios de Tolimán, Colón, Peñamiller, Cadereyta y Ezequiel Montes, aun podemos encontrar algunos pueblos indígenas de ascendencia chichimeca otomí, quienes cuentan con interesantes manifestaciones que les dan identidad.

Un ejemplo evidente y permanente son las capillas-oratorio construidas como espacios rituales relacionados con el culto interior del grupo familiar, el barrio y la comunidad, con un gran celo de sus habitantes por mantenerlas y adecuarlas a las necesidades funcionales del grupo, inclusive planeando la construcción de nuevas capillas que se agregarían a las antiguas cuya edificación llega a registrarse de principios del siglo XIX. En San Antonio se encuentra la capilla-oratorio de don Ascencio donde varias generaciones han ofrendado velas, alimentos y bebidas a una peculiar cruz, probablemente una escultura tolteca construida entre 800 y 950 años antes de Cristo en la cual aparecen motivos y símbolos mesoamericanos.[5]

La capilla-oratorio es el lugar donde se preserva mejor la acción del movimiento sincrético en la cosmovisión indígena. En este sincretismo están presentes por una parte los rasgos de la religión católica (santos, rezos, cantos, el rosario), y por otra ahí se perpetúan las creencias rituales autóctonas como el culto a los antepasados, las ofrendas a las divinidades e incluso la hechicería. Esta costumbre de alguna manera permite la conservación de las demás tradiciones.[6]

La ruta nos llevará a San Pablo, Tolimán, pueblo que permite penetrar en el sincretismo religioso de su gente aunque para ello debamos ocupar hasta tres meses si queremos conocer y participar de la fiesta en honor al arcángel Miguel, la cual inicia el 1º de julio para culminar el 29 de septiembre, periodo en el que se manifiestan diversas expresiones de agradecimiento y honra al patrono, muestra solidaridad y cooperativismo de los habitantes tolimenses que se esmeran en participar a fin de realizar la prolongada festividad. Desde las destrezas culinarias de la mujer indígena-mestiza hasta la habilidad artesanal de la gente en general que se refleja en la elaboración de un enorme chimal que se levanta al frente del templo, pasando por las velaciones y danzas.

La autenticidad y vigencia de las costumbres y tradiciones de los pueblos del semidesierto queretano se refleja en el orgullo chichimeca, en su convicción de provenir de unos ancestros que resistieron a la dominación y se mantuvieron en la resistencia; orgullo presente en el culto a los cerros sagrados (uno de estos cerros es la peña de Bernal); en la creencia de que en las cimas viven los antepasados mecos, teniendo al chimal como estandarte de resistencia.[7]


El chimal, también llamado frontal, es una ofrenda cuya elaboración se remite a varios siglos de existencia consistente en una estructura de carrizo y madera adornada con cucharilla de sotol que se va entretejiendo para darle formas diversas entre las que sobresalen la cruz y el cáliz, símbolos del cristianismo, complementando la ornamentación con frutas, tortillas, pan y flores a manera de agradecimiento. El levantamiento del chimal incluye una ceremonia dirigida por los mayordomos quienes inciensan y rezan acompañados con música interpretada por una banda de viento de inicio a final de esta ceremonia.[8]

En la entrada a Tolimán, tomaremos la desviación a Jalpan que nos llevará por un valle antes de comenzar la subida de montañas que culminará en el paso conocido como Puerta del Cielo. ¡Uf, me estoy adelantando!

En una prolongada mesa que comienza unos kilómetros después de la entrada a Tolimán, atravesaremos la comunidad de Higuerillas. Kilómetros adelante nos encontraremos con la vía que viene de San Juan del Río.

En esta ruta, San Juan del Río-Xilitla, se pasa por los municipios más importantes del Estado económicamente hablando. Obviamente después de Querétaro y el mismo San Juan. Hablo de Tequisquiapan, Ezequiel Montes y Cadereyta de Montes.

Reconocido por sus balnearios, muchos de ellos surtidos por manantiales de aguas termales, el municipio de Tequisquiapan, después de la capital queretana, es el más importante en lo que a oferta turística se refiere. Los primeros españoles llegaron en 1551 y fundaron esta región habitada por chichimecas llamándola Santa María de la Asunción y de las Aguas Calientes. Cien años después, en 1656, su nombre fue modificado por el de Tequisquiapan, término que en náhuatl significa "lugar de agua y  tequesquite".

La ganadería junto con la agricultura son las principales actividades económicas de la región. Después de Pedro Escobedo y San Juan del Río, como principales agentes de recursos a la economía estatal en el rubro agropecuario, están los municipios Cadereyta y Ezequiel Montes. Con el nombre dado a estos dos municipios se rinde homenaje a uno de los más grandes intelectuales que brindó la región donde se asientan tales municipalidades a nuestro país: Don Ezequiel Montes Ledezma quien fuera destacado jurista, diputado federal por Querétaro, con encargos plenipotenciarios ante diversas naciones.

Justo es mencionar que aunque en menor medida, las actividades turísticas o de otro tipo también hacen sus aportaciones a los ingresos municipales. En el caso de Ezequiel Montes, cuenta con un recurso natural muy importante para motivar el turismo y del cual ya comenté de manera vasta (considerando los objetivos de este libro): me refiero a la Peña de Bernal. Mientras que Cadereyta tiene importantes ingresos de la minería representada en la explotación del mármol, a la cual se dedica buena parte de los habitantes del pintoresco pueblito de Vizarrón, cuya peculiaridad es el empedrado de sus calles con este  material. Aquí podrás encontrar fuentes, esculturas, pisos y lápidas elaborados con mármol.[9] En la región también se explota, aunque en menor grado, una piedra semipreciosa: el ópalo.

Una de las riquezas culturales de Cadereyta asentadas en su territorio, la representan uno de los centros ceremoniales chichimecas más importantes de la Sierra Gorda: Toluquilla. En la zona sur de la Sierra Gorda, en la cima de un cerro, se localizan escondidos por los árboles alrededor de ciento veinte edificios y cuatro juegos de pelota. Se piensa que esta ciudad prehispánica construida aproximadamente cuatro siglos antes de Cristo era un santuario debido a los altares, edificios rituales y los temascales que en ella se encuentran.

Salvo Tequisquiapan y Toluquilla, los demás sitios pueden ser visitados saliendo de Bernal para tomar la ruta por Ezequiel Montes, en lugar de coger la senda que caminamos por San Antonio de la Cal. Este desvío alargará veinte kilómetros aproximadamente y desde luego algunos minutos más, nuestro destino final.

Quince kilómetros después del entronque motivo de la explicación sobre la existencia de la ruta alterna, se encuentra el último poblado del camino a los confines del Estado queretano: Peña Blanca. Tranquila, hospitalaria, esta comunidad nos despide del valle antes de comenzar el recorrido en las escarpadas montañas serragordenses. Aquí encontraremos la gentileza de varias personas que ponen a nuestra disposición algunos alimentos caseros elaborados de maneras sencillas, pero capaces de satisfacer el paladar más exigente con algún pedido especial.

Para mí fue una delicia saborear un par de huevos estrellados con frijoles de la olla y arroz, aderezados con salsa de molcajete, sin faltar unas tortillas de maíz bien calientitas -y hasta infladas-, acabadas de salir del comal, elaboradas por las morenas y sensibles manos de la cocinera. Otro platillo que hace se me renuevan las glándulas salivales son las gorditas de maíz quebrado, que al igual que en Bernal, se pueden rellenar de algún guisado como nopalitos, chicharrón de cerdo en salsa roja o verde, huevo preparado también en salsas, queso o frijolitos. ¡Mmmmm! aquí le dejo, porque se excita mi apetito sólo de recordarlo.
Los arcos del acueducto
Querétaro, Qro.


Monumento al Barretero
Pinal de Amoles, Qro

Templo de San José
Pinal de Amoles

La peña
Vista desde el pueblo de Bernal
Misión de Landa
Landa de Matamoros, Qro.

Comienza el ascenso
  
 No bien acabamos de cruzar el puente sobre el río que separa el valle de las montañas cuando comenzamos la ascensión, temida por muchas personas, debido a la sinuosidad del camino. En este sitio empezamos la auténtica experiencia de penetrar en el mundo de la Huasteca cuyos límites geográficos comienzan en esta parte y llegan hasta el Río Soto la Marina en Tamaulipas hacia el norte mientras que al poniente el lindero está determinado por el Golfo de México y al sur la región Cuexteca tiene sus confines en el Río Cazones en el centro del Estado veracruzano.
A partir de este lugar, aproximadamente cien kilómetros nos separan de Ayutla. Para llegar a ese sitio deberemos subir y bajar cerros y montañas durante casi dos horas más de camino. Atravesaremos bellos y pintorescos pueblos a saber: Pinal de Amoles, Ahuacatlán de Guadalupe y Jalpan. Pasaremos por hermosos parajes como la Puerta del Cielo, un punto donde se abrió la montaña para dar paso a la carretera y que dejó una vista impresionante que se magnifica sobre todo cuando la espesa niebla cubre la montaña. Pasando Pinal de Amoles podríamos desviarnos un poco para salirnos del camino pavimentado y adentrarnos en una brecha hasta llegar a la cascada El Chuveje, una maravilla natural que embellece más el paisaje en temporada de lluvias al aumentar considerablemente su tamaño. Asimismo algunos puntos determinados en la pista se convierten en excelentes miradores desde los cuales es posible admirar la majestuosidad de la Sierra Gorda que se extiende kilómetros y kilómetros ante nuestros ojos. En este sentido, antes de llegar a Pinal, en la comunidad de La Cañada se puede entrar a un rústico camino que conduce hasta el mirador Cuatro Palos, un balcón natural, desde cuyas alturas es posible embelesarse por un lado con la verde naturaleza de la Sierra Gorda y por el otro, con los tonos amarillentos del semidesierto queretano.

En dicho sitio además de tener el placer de admirar en lontananza las silueta de la Peña de de Bernal, el Cerro de la Media Luna; las montañas circundantes y un poco más cerca el ex convento de Bucareli, se pueden disfrutar momentos más íntimos de convivencia con la naturaleza, ya que es un agradabilísimo sitio para acampar.

El tiempo se hace corto y no alcanza para hacer muchos altos en el camino o desviarse a cada rato como para visitar también el Puente de Dios, que se localiza entre Ahuacatlán de Guadalupe y Laguna de Pitzquintla; las ruinas arqueológicas del Quirambal, vestigios de nuestros ancestros, descuidados por las autoridades de Antropología e Historia. En este último sitio se encuentra un sótano, de los muchos que existen en la zona, cuya profundidad no ha sido aún explorada.

Kilómetro ciento setenta y tres de la carretera San Juan del Río-Xilitla. Comunidad Puerto de Ánimas. Es la última cima antes de descender a un extenso terreno semiplano entre la Sierra Gorda Queretana con clima tropical húmedo cuya temperatura promedio es de veinticinco grados centígrados. Desde este punto se tienen varias perspectivas, llamando la atención hacia el norte la panorámica ofrecida por un bello y tranquilo pueblo emprendedor, que apuntala su importancia como para llegar a convertirse en una de las grandes ciudades de la huasteca queretana: Jalpan de Serra.


La escena de Jalpan que se ve desde Puerto de Ánimas durante la noche es impresionante, máxime ante la ausencia de la luna. En medio de la total oscuridad, resalta la enorme mancha iluminada al fondo del pequeño valle en que se asienta “el corazón de Querétaro en la sierra” como dice Perfecto López Martínez en su composición “Así es mi Jalpan”. Belleza que sobresale aun más en días de feria por las luces artificiales multicolores que adornan los juegos mecánicos pero principalmente a la quema del castillo cuyos fuegos pirotécnicos “atacan el firmamento en una vana lucha por horadar el inmenso vacío azul-oscuro, como intentando derribar alguna de las miles de estrellas cual escudos cubren el hermoso manto protector de la rica naturaleza serrana”.

Jalpan representa un alto obligatorio en el camino. Aquí se bifurcan los caminos. Uno se adentra en la Huasteca. El otro se desvía hacia la Zona Media potosina. Tomamos la segunda vía para llegar a nuestra primera entrevista con la Sierra Gorda.

Antes de reanudar la marcha, degustamos unos sabrosos alimentos callejeros que nos ofrecían los puestos instalados alrededor del jardín principal con motivo de la feria de abril. Admiramos la majestuosidad de la Misión de Jalpan dedicada a Santiago Apóstol, la cual fue construida por los franciscanos a mediados del siglo XVIII, bajo la coordinación de Fray Junípero Serra.

Después de un breve descanso, tomamos hacia el oeste para dirigirnos al ansiado Ayutla. El clima había cambiado mucho en relación al que teníamos cuando cruzábamos Pinal de Amoles hasta Puerto de Ánimas. Para esos momentos el calor era agradable, diferente a lo que estábamos acostumbrados en la capital queretana. Nuestra juventud se embriagaba respirando el limpio ambiente natural de la sierra que nos brindaba sus olores emanados por la exuberante vegetación primaveral. Así como el característico aroma de los zorrillos que merodeaban la carretera.

Playas de Ayutla

 
Por fin llegamos a Ayutla, un sitio cercano a Concá. A causa de los días vacacionales, aquel sitio estaba convertido en un enorme campamento. Era un espectáculo grotesco el que apareció ante nuestros ojos con cantinas y discotecas ambulantes atrayendo la atención. Las primeras se peleaban a los cientos de vacacionistas que llegábamos en busca de tranquilidad unos pocos, en busca de desfogue al estrés urbano la gran mayoría. Desahogo que pretendían tener estos últimos en una tierra de nadie y a cual más quería mostrar quien traía el sonido más potente conectado a su vehículo. El silencio lo esperamos hasta las cinco de la madrugada mas nunca llegó. Finalmente el cansancio nos venció. Tres horas después despertamos. Algunos aparatos seguían funcionando con volumen bajo.  La mayoría fueron apagados o se apagaron ante la falta de energía eléctrica. El panorama que ofrecían los visitantes que dormían esparcidos sobre la arena de la playa era dantesco, ya que evidentemente habían sido vencidos por la excesiva ingesta de alcohol. 
No se espanten. Por fortuna este no es el entorno que encontraremos en la huasteca ya que la situación descrita se presenta solo en los días santos, del jueves al sábado. El ambiente en la huasteca es mucho muy diferente. El ruido excesivo solo se causa en los pueblos o comunidades de tamaño considerable, es decir, poblados con más de mil habitantes, durante las fiestas patronales o ferias regionales, con la salvedad que hay menos estridencia.

Fue emocionante el momento en que un trío de son huasteco se acercó ofreciendo: ¿Un huapanguito? Internamente gocé del momento. No oía música huapanguera en vivo desde que viví en el rancho cuando mi abuela paterna y mi madre nos llevaron a mis hermanos y a mí, a algunas fiestas de boda y a algún velorio en cuyos eventos la música era ejecutada por un grupo arribeño o “de vara”, como se conoce a los músicos de la Sierra Gorda.

No dudé en solicitar una pieza. Toquen “La azucena” por favor-, les pedí. A esta se siguieron otras tres o cuatro piezas más. Mis acompañantes no dijeron nada, solo escucharon. Para ellos era algo novedoso oír el son huasteco.

Disfrutamos del ambiente nocturno hasta donde las circunstancias lo permitieron. Caminamos explorando los alrededores. Admiramos la vegetación oliendo los aromas que despedían. Tocamos sus hojas. Descalzamos nuestros pies para sentir la suavidad granulosa de la arena. Buscamos un sitio alejado del estruendoso ambiente para acomodarnos y descansar. De alguna manera lo conseguimos después de haber comenzado una charla que se prolongó por varias horas hasta que, pese a las estridencias, el cansancio nos venció.

La intensa luz del sol que generaba el abochornante calor nos despertó horas más tarde, dándonos cuenta del aspecto ya descrito. Decidimos repetir el recorrido por los alrededores, ahora a la luz del día. Esta vez nuestros pies descalzos sentían no solo la granulosidad, sino también lo caliente de la arena. Nos zambullimos en las deliciosas aguas de los ríos. Constatamos lo que nos habían dicho. Las temperaturas de uno y otro río antes de unirse, son diferentes. No quema una agua, ni congela la otra, pero se percibe fácilmente el cambio.
De esta manera tuve mi primer contacto con la bella Sierra Gorda y la no menos hermosa Huasteca queretanas. Veinte años después aún me emociono cada vez que regreso, tan sólo al pensar cuando lo voy a hacer. Cada ocasión que viajo por estas tierras, de noche o de día, percibo situaciones diferentes. A veces cambia el color de los paisajes… otras, descubro algo nuevo: una piedra, una forma diferente en un mismo panorama o hasta un árbol que antes no había visto.

He realizado muchos viajes a la Sierra Gorda desde la primera vez en 1980. Pocas veces solo, las más con amigos que gustan llenarse de las riquezas que ofrece la región, de la aventura por conocer y tener contacto con esas bellas tierras.  Como ellos alguna vez se atrevieron a recorres los sinuosos caminos de la Sierra Gorda ¿Se animan ustedes



[1] Historia mínima de Querétaro; INEA; 1993.
[2] Ibídem.
[3] Bernal mágico; Edgardo Cabrera Delgado; Tercera edición; 1997.
[4] Ibídem.
[5] Chical, gastronomía queretana; Agustín Escobar Ledesma; CONACULTA; Julio 2005.
[6] Las capillas oratorio otomíes de San Miguel Tolimán; Heidi Chemín Bäsler; Fondo Editorial de Querétaro, México;1993
[7] La cultura otomí chichimeca del semidesierto queretano; un patrimonio vivo; Folleto 1ª Feria de Programas y Servicios Federales; Textos de los Antrop. Beatriz Utrilla S. y Diego Prieto H.; INAH; 2008.
[8] Programa de actividades del 7º Encuentro de Culturas Populares e Indígenas; Los Frontales, texto de Diana Trejo Hernández; 2008.
[9] Ibídem.

Fragmento adaptado del libro
La Huasteca. Un paraíso compartido
José Guadalupe Arvizu Olalde
-- PepeHuapango --
Edición independiente con apoyo PACMYC, 2009

Fotografías tomadas por Cecilia Tello Zúñiga y José Guadalupe Arvizu Olalde.

Misión de Jalpan
Panorámica de la Sierra Gorda
Al fondo, Cerro de la Media Luna



Jalpan de Serra

Puente colgante en Ayutla

En Ayutla

Sabinos en Ayutla

Misión de Concá

Templo en Purísima de Arista
Arroyo Seco, Qro
Grita los Herrera
San Joaquín, Qro
LA PEÑA DE BERNAL

Puerta del Cielo

Yemplo Ahuacatlán de Guadalupe
Pinal de Amoles, Qro.

Panorámica Agua Zarca
Landa de Matamoros, Qro.

LANDA DE MATAMOROS, QRO.

En Landa de Matamoros, Qro.

Entre la Sierra Gorda
Landa de Matamoros, Qro.

Sierra Gorda
Límites de Querétaro e Hidalgo
La Peña de Bernal


Concurso de violín, huapango
San Joaquín, Qro

Concurso de baile, huapango.
San Joaquín, Qro.
Zona arqueológica de Ranas
Monumento de Pan
El Marqués, Qro.