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Un
poco de historia sobre El Huapango
La versión oficial dice que el huapango tiene sus raíces más
antiguas en la Congregación de Tamós del municipio de Pánuco, Ver., según por
evidencias que datan de mediados del siglo XIX. En la Casa de la Cultura de
Pánuco, ubicada frente al malecón “Agustín Lara”, está una placa alusiva a este
acontecimiento
Mireya Barrenechea, cronista panuquense, afirma que en 1920
en el panteón de El Molino, la gente después de visitar a sus muertos organizaban
sus fiestas debajo de los árboles, donde se instalaba la periquera para los
huapangueros. Un dato más, indica que desde 1935 en la galera, los Días de
Muertos, del 1 al 3 de noviembre se festejaban en grande.
Ahí, en la tarima de la galera de El Molino, se acomodaban
los huapangueros (músicos y bailadores) de la región, venidos de El Higo,
Tempoal y Pánuco. Alrededor se ponían puestos de enchiladas, cervezas, vino que
en conjunto desbordaban la alegría de la gente durante los tres días que duraba
la fiesta.
En pláticas con los viejos huapangueros, dicen los que se
acuerdan, que antaño había lugares donde no era propiamente un trío el característico
exponente del huapango, sino que llegó a estar conformado hasta por cinco
integrantes, entre ellos un arpista. También que la jarana es un instrumento de
nueva creación y muy propio del trío, ya que desde se inventó precisamente para
darle un sonido diferente al antiguo
grupo huasteco.
Respecto a la reducción de integrantes, se dice que fue por
dos razones, por economía y por comodidad y a que por un lado la paga no era
mucha y debían repartirse entre varios, mientras que por el otro, como los
compromisos muchas veces implicaban varias jornadas de viaje, cargar con el
arpa era muy estorboso, así que decidieron eliminar miembros e instrumentos.
Sobre la jarana, su historia no se remonta más allá de la
segunda mitad de la década de los 30 del siglo pasado. Con divergencias sobre
el año preciso de su aparición, hay quienes dicen que fue a principios de los
40 que ya estaba popularizada esta guitarrita entre los huapangueros, dando con
ello más brillo a la música huasteca al contrastar con la pastosa sonoridad de
la quinta huapanguera.
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Personajes Huastecos
María Josefa García Dios
“Yo soy
partera y médica tradicional porque así lo quiso Dios. Él me lo hizo saber y yo
acaté su orden”, afirma tajantemente la señora María Josefa García.
“Un día
estaba yo en mi casa cuando llegó un vecino urgiendo la presencia de una partera,
porque su mujer acababa de dar luz y tenía atorada la placenta. Ella se
desangraba y el niño se moría de frío. Nadie los que estábamos allí sabía de
partos. Ni mi madre, ni mi padre ni yo. Pero el hombre me agarró a mí y me
dijo: Ven, tú ayudarás a mi mujer y me jaló a su casa. Yo apenas tenía siete
años. Me tomó desprevenida y estaba muy asombrada pero llegando con la
parturienta tapé al niño, me lavé las manos, pedí que calentaran agua con
comino y me puse a sobarle la pancita a la señora”.
“Al rato jalé
y cayó la placenta, corté el ombligo con un hilo, lavé al niño y los dos
pudieron salvarse. Por eso digo que fue Dios quien me mandó a hacer eso. Creo
que él me guio y me ayudó para hacer bien esa labor. De ahí para acá he ayudado
a traer a la luz como a unos ciento cincuenta niños. Ya ando en los sesenta
años y espero que Dios me siga dando fuerzas para ayudar a los que me lo
pidan”.
Así se expresa doña Chepa quien además de partera,
con sus conocimientos de herbolaria también hace “curas o limpias” como maga o
chamana, con ramas de epazote y albahaca y rociados de aguardiente con ruda
sobre la cabeza y el cuerpo del paciente. De esta manera cura aires malos y
males de ojo, además de espantos, escupitinas y envidias. Dice que estas cosas
tampoco las aprendió de nadie, sino que empezó a practicar por intuición e
incluso “ocurrencia”, como fue el caso de su descubrimiento de las plantas
curativas, las cuales halló jugando.
Sus atributos herbolarios le aparecieron un día en
que jugaba con una de sus hermanitas, y para curarla tomó una “yerba de oreja
de burro” y se la dio en la boca para que la masticara.
Es preciso resaltar que doña Chepa tiene el
reconocimiento oficial como partera y médica tradicional en Huehuetlán. Casada
con don Celestino Espinosa Flores, tuvo doce hijos que nacieron de “su propia
mano” y sin la ayuda de nadie.
Asimismo fabrica petobs, el atuendo femenil más famoso de la mujer huasteca: una
hermosa corona de estambre entrelazado con los siete colores del arcoíris y que
tiene la función mágica de proteger a las mujeres de maldeojos, malos aires y
envidias. Hasta la vestimenta tradicional llega la sabiduría de esta mujer que
comenzará su etapa senil orgullosa de ser un gran apoyo para su gente.
Entrevistada
durante el XIII Festival de la Huasteca. Xilitla, SLP
Fragmento
Médica comunitaria “Gracias a Dios”
Libro: La Huasteca. Un paraíso
compartido
Autor: José Guadalupe Arvizu Olalde
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Estampas Huastecas
LA BODA INDÍGENA
Los casamientos indígenas de la
Huasteca se llevan a cabo mediante un largo proceso dividido en cuatro etapas:
1-Pedimento
Los jóvenes en edad de contraer compromiso conyugal,
manifiestan a sus padres el deseo de casarse quienes de acuerdo con ellos
señalan a la joven escogida para esposa, acto seguido buscan a una persona
experimentada en estas actividades y conociendo la facilidad de palabras para convencer
mediante el diálogo, le solicitan para que intervenga en el pedimento
comprometiéndose en lugar del joven y de sus padres; a dicho casamentero se le conoce
con el nombre de Ueuejtlákatl. El Ueuejtlákatl es el que abre el camino
para el noviazgo, recibe las condiciones de los padres de la novia y hace el convenio para iniciar los caminos o vías de cuantas veces tiene que ir
a saludar a los padres de la novia con regalos consistentes en maíz, frijol,
pilón, chile, frutas, aguardiente, pan, cerveza, refrescos, leña, pollos o
guajolotes, etc.
Mientras ocurren las visitas del Ueuejtlákatl,
uno de los familiares de la novia se dedica a investigar de la conducta del
pretendiente. A la segunda o tercera visita del Ueuejtlákatl, que pueden
estar espaciadas entre 15 y 20 días o tal vez cada mes según lo indiquen los
padres de la joven, se presentan los padres del novio, con quienes se ponen de
acuerdo para continuar con las visitas periódicas de cada mes o de cada dos o
tres meses, a veces, en vísperas de las fiestas tradicionales o cuando lo
indican los papás de la novia. Este acuerdo de hacer las visitas con obsequios
como saludo le llaman caminos.
A partir del primer camino o
visita, con obsequios donde los padres y parientes reciben los presentes, queda
hecho el compromiso de noviazgo, por eso a partir de ese momento la muchacha
deja de salir de su casa si no es para hacer el quehacer doméstico, ir por el
agua o lavar al rio, pero siempre acompañada por la madre, y el día que sale a
un sitio público como el tianguis o la iglesia, siempre la van cuidando sus
papás mientras que ella se comporta con mucho recato, no levanta la vista para
mirar a otras personas, se dirige al sitio donde la llevan. El
joven a partir de la primera visita comienza a observar conducta intachable, es
solícito para el trabajo, es respetuoso con los vecinos, con sus parientes y
padrinos, su limpieza personal se hace notable, su presentación en sitios
públicos lo hace con recato sensible y amabilidad, por otro lado sus parientes
y vecinos lo tratan con mayor distinción.
Cumplido el año o los años de
noviazgo, se fija la fecha del casamiento que generalmente coincide con los
días que anteceden a la celebración de Xantolo o fiesta de los muertos, antes
del 2 de noviembre para aprovechar las flores del Cempaxúchitl que son parte
importante para la boda o en los meses de abril y mayo que es cuando se dan las
flores de San Antonio.
En esa última visita presentan
por primera vez a los novios quedando frente a frente, pero no se dirigen la
palabra si no permanecen con gran recato durante el transcurso de la entrega de
obsequios mientras los padrinos, papás y parientes se ofrecen algún brindis con
refresco y aguardiente.
(Continuará)
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Anecdotario
¿Augurio?
Será
sin querer, porque lo intuimos o una voz interna nos indica que es el momento,
pero cuántas veces no decimos, o nos dicen, algo que en el futuro nos recuerdan
con “te lo dije”.
Tristemente
nos aconteció en Amatlán.
En
2009, durante la XVIII Fiesta Anual del
Huapango, sentados en una de las jardineras de la Plaza, don Humberto Munguía Morones me obsequió un
libro intitulado “Ocaso”, al preguntarle por qué el título, respondió: “es que ya estoy cerca del hoyo, Lupito, y
pues quiero dejar estos testimonios que son los últimos”.
Cuatro
años después, el último día de la XXIV edición de la fiesta amateca, estábamos
a un costado del edificio que alberga la biblioteca Pina, Cecy, Martín,
Tempach, don Beto y yo. ¡Ah! Y don Manuel Munguía, hijo de don Beto
De
pronto alguien dijo “¡foto, foto!” y
se colocan en pose.
Mientras
lo hacían, pícaramente dijo don Beto: “Acérquense
bien, porque de esto no hay todos los días y a lo mejor ya no va a haber”.
Tres
días después de finalizada la Fiesta Anual del Huapango 2013, durante la madrugada del miércoles siguiente, don Beto falleció a causa de un infarto.
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Cápsulas huapangueras
- Se cree que la raíz más cercana del
huapango es la música flamenca y el baile andaluz (región de España).
- Los estudiosos de la música
consideran que hay varios tipos de huapango, sin embargo los más
representativos son el huasteco y el arribeño. Otros tipos de sones que se les
reconoce como tal son el huapango jarocho y el apatzingareño o de Tierra Caliente.
- Una expresión musical americana que
comparte rítmicas parecidas con el huapango es el joropo, expresión musical de
regiones de Venezuela y Colombia.
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Tienes derecho a decidir por ti y para
ti.
No decidas por otros.
¡NO
AL ABORTO!
No destruyas lo que no eres capaz de crear.
¡Viva el Huapango!
creando conciencia
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Director General: José Guadalupe Arvizu
Olalde
Asistente General: Cecilia Tello Zúñiga
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Fecha de publicación: Agosto de 2015
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