viernes, 7 de agosto de 2015

Democracia y ciudadanos. 3. Ciudadanos e individuos

3. Ciudadanos e individuos
 Las sociedades están compuestas por una gran diversidad de personas con ideas, cultura, religión e intereses muy diferentes entre sí.
El medio urbano, por su estructura y dinamismo, incluye la formación individual en un sentido horizontal. Es decir, las personas establecen sus patrones de conducta y actúan conforme a las circunstancias existentes a su alrededor, influenciadas por los factores sociales, económicos y políticos.
 En las comunidades del medio rural los valores comunes presentan cierta uniformidad, sobre todo las más alejadas del contexto urbano, gracias al desarrollo de costumbres, hábitos y forma de adoptar los patrones conductuales en un sentido vertical. Esto es, a partir de la transmisión de padres a hijos y que por su explosión demográfica implica modelos de conducta establecidos por las reglas de la comunidad.
El crecimiento de las manchas urbanas incorpora poco a poca a poblaciones otrora campesinas. Estas, por su cercanía a las urbes industrializadas están en un proceso evolutivo que las coloca en una situación mixta debido a los roles que los integrantes del medio rural adoptan al integrarse al medio urbano.
Desglosemos lo anterior para entender un poco las diversas posturas que encontramos entre la gente. Tal vez así podamos emitir un juicio respecto a la respuesta recibida en cada caso, durante la visita que se hizo a los ciudadanos insaculados para invitarlos a formar parte de las mesas directivas de casilla.
La identidad social de los individuos es determinada de acuerdo a los roles sociales que asume o le corresponden dentro del conglomerado en el cual se desenvuelve. Así, podemos deducir que sus modelos de comportamiento están en función de las personas que le rodean, las circunstancias de desarrollo económico, académico, tecnológico, social y político. Es importante considerar que de manera general, el factor cotidiano con el cual el sujeto social estará en contacto toda su vida, día a día, es el económico, representado por las actividades productivas (industriales o agropecuarias o ambas), la comercial y los servicios.
La dinámica social y económica es una continua generadora de necesidades para el individuo, las cuales comienzan prácticamente desde antes de su nacimiento, con la necesidad de que la madre le provea condiciones de salud favorables, aun desde el vientre.
Las necesidades básicas son casa, vestido y sustento. El siguiente requerimiento es que el individuo cuente con una forma de identificarlo, por tanto es necesario presentarlo en el registro civil para registrarlo y obtener su identidad social. Al adjudicársele un nombre y el acta de nacimiento correspondientes, se obliga a otros registros oficiales (CURP y más tarde RFC). Digamos que estas son necesidades básicas porque a partir de su respectiva solución, los sujetos se integran  paulatinamente a la estructura social.
eSucesivamente se deberán satisfacer otras necesidades adicionales a las naturales: escuela, trabajo. Las condiciones sociales determinarán nuevas necesidades individuales, las cuales no necesariamente son indispensables para la subsistencia, sin embargo se convierten en una forma de obtener status dentro del círculo en que se encuentre inmerso cada individuo.
Definitivamente, el primer contacto que tiene el sujeto es con el núcleo familiar, por lo que es ahí donde comienza su formación individual. Los papeles que le corresponde desempeñar están en función a las diferentes etapas de desarrollo comprendidas por la niñez y la infancia. Si bien es cierto que probablemente desde los tres años ya experimente conscientemente una relación fuera de la familia, por ejemplo al ser inscrito en una guardería, queda claro que su maleabilidad permite corregir modelos conductuales adquiridos en el nuevo entorno social en el que se desenvuelve, por lo que corresponde a los padres mantenerse alertas ante cualquier agente extraño que pueda distorsionar la concepción del mundo al pequeño a fin de corregir lo antes posible aquello que sea necesario. Aunado a esto es importante eliminar los patrones negativos adquiridos por el infante en el proceso formativo. Ocioso es agregar que si los modelos de conducta con tendencias negativas se adquieren en casa el infante intentará practicarlas en otros ámbitos, en el futuro estas se verán reflejadas en el contexto social al que pertenece.
Por naturaleza, el ser humano es complejo, no solo por la organización física y fisiológica que lo compone, sino por la presencia de elementos abstractos. Esta complejidad intangible es lo que le hace ser único e indivisible ante el conglomerado social y precisamente lo que lo hace impredecible, casi indefinible y por tanto la imposibilidad de una convivencia social homogénea.
La mentalidad, la conducta, la percepción de lo que ve, oye, siente, huele, toca o paladea son los componentes que estrictamente hacen diferente a un ser de otro, los que les proporcionan la i-n-d-i-v-i-d-u-a-l-i-d-a-d. Cada individuo piensa, actúa y siente diferente los estímulos de su alrededor, sin dejar de lado que la información recibida también la procesa de manera distinta. Simplemente pongamos un ejemplo, comparemos a los sujetos A y B: ambos perciben de forma diferente un mismo refresco gasificado;  para B su sabor será muy dulce y para A no lo es tanto, los efectos fisiológicos también pueden ser distintos. Vg. El refresco de cola de una misma marca a un individuo le inhibe el sueño, a otro le proporciona energías al grado de obligarlo a activarse y a otro simplemente le quita la sed.
Sin embargo, un sujeto podría ser predecible a partir del análisis que se haga a su formación individual y su comportamiento. Su trayectoria pasada relacionada con las circunstancias y situaciones que le rodean o rodearon, proporciona información que permiten formarse una opinión respecto de su persona. Asimismo es posible determinar su capacidad de respuesta ante los estímulos que recibe. Podemos volver a tomar de ejemplo el refresco de cola.
Pero, todo este discurso sobre el ser humano, los individuos, conductas, costumbres y valores ¿para qué o de qué me sirve saberlo?, dirá usted.
Me explico.
En principio, a partir de lo antes expuesto podemos entender la gran diversidad de ideas y reacciones de los integrantes del colectivo social.
El hombre, entendiendo que de este modo nos referiremos a ambos géneros, es un ente activo. Con sus excepciones, la pasividad no es una característica propia de la especie humana. Independientemente que en algunos casos sea menos acelerada que en otros, la evolución de las sociedades está en constante movimiento gracias al actuar de sus miembros.  A lo largo de su vida las personas realizan una serie de actos, planeados o no, con el fin de influenciar en su grupo social o cambiar su propio status dentro del mismo. Sociológicamente, estos actos son considerados como roles o papeles sociales, los cuales son adquiridos sea a través de la transmisión empírica o sea del adiestramiento.
Los papeles o roles que desempeñará el individuo en su medio social, generalmente incluyen todo un proceso de integración y desarrollo de capacidades de reacción conforme a las experiencias, costumbres, usos y prácticas que pudiesen influir en su propia percepción del mundo así como la actitud que se toma ante su representación. Este proceso también admite la inclusión de valores y principios, herramientas determinantes en su actuar dentro del grupo social del cual forma o formará parte.
Los roles que corresponde llevar a cabo cada uno de los miembros de la colectividad, al final tendrán un impacto. Este será positivo o negativo, favorable o desfavorable, producirá beneficios o perjudicará al grupo. Todo dependerá de la intención del individuo por influir con sus acciones, al llevarlas a cabo.
La tercera Ley de Newton que establece “A toda acción corresponde una reacción”, surge de la necesidad de explicar las condiciones de los cuerpos en movimiento. Algo parecido sucede con la Ley natural “Causa – Efecto”. Cualesquiera que sea la ley que consideremos para tratar de explicarnos las situaciones de la vida, concluiremos que los resultados siempre estarán en función de las acciones. Estas leyes son perfectamente aplicables en los términos del hombre y la sociedad, ya que, resumiendo, la dinámica social (reacción) está determinada por la fuerza (acción) de cada una de sus partes.
A partir de lo anteriormente dicho podremos definir ciertas cuestiones relacionadas con el quehacer político que caracteriza actualmente a la sociedad mexicana y cuyas consecuencias derivadas de su participación o indiferencia, deberá asumir.
La búsqueda de posicionamientos políticos para llegar a los altos niveles está apoyada en actitudes y aptitudes de los individuos. No es cuestionable la ambición de obtener status político, lo realmente discutible son las formas utilizadas para lograr los objetivos. También debemos considerar la actitud de los pueblos en la tolerancia sobre el actuar de los políticos.
En el acontecer nacional, la pasividad política del ciudadano común y corriente es evidente, lo cual facilita a los políticos la manipulación para lograr escalar puesto tras puesto, no importándoles si lo hacen a través de artimañas o acatando las reglas o disposiciones legales establecidas, aunque la idea generalizada de los actores políticos que pretenden ocupar un puesto de elección popular es obtenerlo al precio que sea. Prueba de ello es que muchos sujetos pasan de un lugar a otro en el contexto de los poderes del Estado. Hoy los vemos como diputados, mañana como senadores, otro día como diputados locales, después buscan ser alcaldes o gobernadores. Si la vida y la gente les permite repetir el ciclo, sin dudarlo se candidatean nuevamente.
Ignoro, salvo en los casos de dictaduras y los antiguos regímenes monacales, si esto pasa en otros países que presumen ser democráticos, pero sí estoy seguro porque lo vemos frecuentemente, que en México la política se hereda en los dos planos: vertical y horizontal. Por eso es que en las estructuras del poder tenemos numerosos protagonistas unidos por lazos consanguíneos o de afinidad. Los hijos de quienes alguna vez fueron diputados o gobernadores, ahora están en el mismo terreno y con las mismas tendencias (excepcionalmente obran diferente a sus predecesores). Hermanos o la esposa de alguien que estuvo de diputado, gobernador o presidente municipal, buscan mantener el poder en la familia, candidateándose para el siguiente periodo en cualquiera de los puestos de elección popular.  A lo largo y ancho del país los casos sobran como para enumerarlos en este breviario.
La forma de hacer política también está en constante evolución. Pero los políticos mantienen aquellos elementos que les han funcionado durante años para el manejo de las masas y continuar con el control de las mismas. Algunos modelos obtenidos incluso de prácticas ejercidas desde tiempos inmemoriales o de situaciones presentados en tratados que grandes pensadores han dejado para la posteridad.
Si bien es cierto que la lectura no es precisamente una de las grandes cualidades de los políticos actuales, lo cierto es que adoptaron los esquemas de control y dominio de masas así como patrones de conducta de sus antecesores que tal vez sí lo hicieron para conservar, en su momento, el poder sobre una sociedad endeble víctima de las circunstancias que los actores dominantes creaban. Sin embargo, esta misma sociedad dominada estaba consciente de las estrategias usadas por aquellos.
A decir de personas inmersas en la política con las que tuve oportunidad de conversar alguna vez, por cierto priistas de viejo cuño, la literatura de los antiguos políticos estaba sustentada principalmente en las obras de Maximilian Robespierre y Nicolás Maquiavelo. De la ideología ahí expresada se desprenden los adjetivos que califican algunas acciones de los políticos que tienen como fin primordial beneficiarse a costa del pueblo.
Un ejemplo de actos maquiavélicos se expresa en la frase “el fin justifica los medios”, la cual aunque no se encuentra textualmente en sus obras, sí se resume en muchas de sus ideas.
Las imitaciones robesperianas fueron seguramente el ingrediente que alimentaba las conductas de los políticos durante la época de la guerra sucia. Maximilian Robespierre instituyó el terror como mecanismo para construir una sociedad transparente y sana. La siguiente expresión enunciada por Robespierre en uno de sus discursos, alberga su ideología: “¡Franceses, Recordad que si en la República no reina la justicia con autoridad absoluta y si esa palabra no significa el amor por la igualdad y por la patria, la libertad no es más que una palabra vana!”.
La práctica constante de determinadas acciones o repetición persistente de las ideas, positivas o negativas, conlleva a la relativa aceptación generalizada por parte de los miembros de un grupo social. Es aquí donde se gestan los principios y valores del individuo que lo identificarán el resto de su vida. Esto quiere decir que al paso del tiempo, el sujeto social será un miembro cuyas aportaciones a su medio ambiente a partir de sus acciones e ideas, serán encaminadas a cuestiones de beneficio colectivo en tanto se basen en principios y valores positivos, no así con quien se formó en esquemas negativos, cuyas contribuciones seguramente derivarán en situaciones conflictivas a las cuales la mayor parte de la comunidad deberá enfrentarse.
En resumen, los patrones de conducta individual se apoyan en los factores señalados a la vez que establecerán los niveles de comportamiento o aceptación ante los estímulos externos a su persona.
A partir del anterior razonamiento, entiendo que la reacción de la ciudadanía ante el actuar de los políticos  se desvíe en varias vertientes, siendo la menos beneficiada la postura enfocada a defender, o al menos exigir a los funcionarios públicos para que cumplan adecuadamente y a satisfacción de los mandantes (el pueblo), los encargos que estos les hacen. Es de hacer notar que en el círculo de los políticos, se considera a los representantes de elección popular (presidente, diputados y senadores),  a los funcionarios públicos (mandos medios e intermedios, administradores de la justicia, coordinadores o miembros activos de los partidos, etcétera).
Desgraciadamente la actitud más frecuente que toma la ciudadanía es de indiferencia. Gran parte de la sociedad se vuelve desinteresada de los asuntos relacionados con el acontecer político, así como las causas y los efectos que la rodean. Generalmente quienes adoptan este proceder no participan ni siquiera en la toma de decisiones que afectan en  su entorno más inmediato: llámese juntas vecinales o de la sociedad escolar de padres de familia, mucho menos participarán en los ejercicios democráticos.
Las excusas con mayor recurrencia que dan los eventuales electores para justificar su postura, palabras más palabras menos, son: “No tengo tiempo”, “Tengo otras cosas más importantes qué hacer”, “¿Para qué, si siempre quedan los mismos?”, “De todos modos no gana el que yo quiero”. La objeción más frívola, desde mi punto de vista es “¿Yo qué gano con eso o qué me van a dar?”. Otras respuestas frecuentes son “¡Ni qué fueran tan buenos!”, “No hay ni a cuál irle”, “Mejor así nos deberíamos quedar, para qué tanto relajo”, y un largo etcétera de réplicas que reflejan en su mayoría un papel comodino ante la obligación de ejercer un derecho.
El razonamiento más completo y tal vez comprensible es el siguiente: “¿Para qué le ando haciendo al cuento?, si todos son una bola de rateros y holgazanes que no hacen nada. Nada más entran al poder para ver qué se llevan ¡Nos tienen bien jodidos! Cuando andan en campaña prometen y prometen, pero ya estando en el gobierno, hasta se les olvida por quién están ahí”.
En cierto modo, la última postura se puede entender, pues deja entrever claramente que los actores políticos tienen una responsabilidad  con sus votantes que no cumplen satisfactoriamente pero también tienen una serie de prestaciones económicas que poco justifican lo que realmente hacen, además que por lo general caen efectivamente en las actitudes referidas por los ciudadanos.
José Guadalupe Arvizu Olalde
Democracia y Ciudadanos, memorias de un CAE. Obra inédita

Textos que el autor comenzó a escribir en agosto de 2012, con algunos datos actualizados.

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