3. Ciudadanos e individuos
Las sociedades están compuestas por una
gran diversidad de personas con ideas, cultura, religión e intereses muy
diferentes entre sí.
El medio urbano, por su estructura y dinamismo, incluye la
formación individual en un sentido horizontal. Es decir, las personas
establecen sus patrones de conducta y actúan conforme a las circunstancias
existentes a su alrededor, influenciadas por los factores sociales, económicos
y políticos.
En las comunidades del medio rural los valores
comunes presentan cierta uniformidad, sobre todo las más alejadas del contexto
urbano, gracias al desarrollo de costumbres, hábitos y forma de adoptar los
patrones conductuales en un sentido vertical. Esto es, a partir de la
transmisión de padres a hijos y que por su explosión demográfica implica
modelos de conducta establecidos por las reglas de la comunidad.
El crecimiento de las manchas urbanas
incorpora poco a poca a poblaciones otrora campesinas. Estas, por su cercanía a
las urbes industrializadas están en un proceso evolutivo que las coloca en una
situación mixta debido a los roles que los integrantes del medio rural adoptan al
integrarse al medio urbano.
Desglosemos lo anterior para entender un
poco las diversas posturas que encontramos entre la gente. Tal vez así podamos
emitir un juicio respecto a la respuesta recibida en cada caso, durante la
visita que se hizo a los ciudadanos insaculados para invitarlos a formar parte
de las mesas directivas de casilla.
La identidad social de los individuos es
determinada de acuerdo a los roles sociales que asume o le corresponden dentro
del conglomerado en el cual se desenvuelve. Así, podemos deducir que sus
modelos de comportamiento están en función de las personas que le rodean, las
circunstancias de desarrollo económico, académico, tecnológico, social y
político. Es importante considerar que de manera general, el factor cotidiano
con el cual el sujeto social estará en contacto toda su vida, día a día, es el
económico, representado por las actividades productivas (industriales o
agropecuarias o ambas), la comercial y los servicios.
La dinámica social y económica es una
continua generadora de necesidades para el individuo, las cuales comienzan
prácticamente desde antes de su nacimiento, con la necesidad de que la madre le
provea condiciones de salud favorables, aun desde el vientre.
Las necesidades básicas son casa,
vestido y sustento. El siguiente requerimiento es que el individuo cuente con
una forma de identificarlo, por tanto es necesario presentarlo en el registro
civil para registrarlo y obtener su identidad social. Al adjudicársele un
nombre y el acta de nacimiento correspondientes, se obliga a otros registros
oficiales (CURP y más tarde RFC). Digamos que estas son necesidades básicas
porque a partir de su respectiva solución, los sujetos se integran paulatinamente a la estructura social.
eSucesivamente se deberán satisfacer
otras necesidades adicionales a las naturales: escuela, trabajo. Las
condiciones sociales determinarán nuevas necesidades individuales, las cuales
no necesariamente son indispensables para la subsistencia, sin embargo se
convierten en una forma de obtener status dentro del círculo en que se
encuentre inmerso cada individuo.
Definitivamente, el primer contacto que
tiene el sujeto es con el núcleo familiar, por lo que es ahí donde comienza su
formación individual. Los papeles que le corresponde desempeñar están en
función a las diferentes etapas de desarrollo comprendidas por la niñez y la
infancia. Si bien es cierto que probablemente desde los tres años ya
experimente conscientemente una relación fuera de la familia, por ejemplo al
ser inscrito en una guardería, queda claro que su maleabilidad permite corregir
modelos conductuales adquiridos en el nuevo entorno social en el que se
desenvuelve, por lo que corresponde a los padres mantenerse alertas ante
cualquier agente extraño que pueda distorsionar la concepción del mundo al
pequeño a fin de corregir lo antes posible aquello que sea necesario. Aunado a
esto es importante eliminar los patrones negativos adquiridos por el infante en
el proceso formativo. Ocioso es agregar que si los modelos de conducta con
tendencias negativas se adquieren en casa el infante intentará practicarlas en
otros ámbitos, en el futuro estas se verán reflejadas en el contexto social al
que pertenece.
Por naturaleza, el ser humano es
complejo, no solo por la organización física y fisiológica que lo compone, sino
por la presencia de elementos abstractos. Esta complejidad intangible es lo que
le hace ser único e indivisible ante el conglomerado social y precisamente lo
que lo hace impredecible, casi indefinible y por tanto la imposibilidad de una
convivencia social homogénea.
La mentalidad, la conducta, la
percepción de lo que ve, oye, siente, huele, toca o paladea son los componentes
que estrictamente hacen diferente a un ser de otro, los que les proporcionan la
i-n-d-i-v-i-d-u-a-l-i-d-a-d. Cada individuo piensa, actúa y siente diferente
los estímulos de su alrededor, sin dejar de lado que la información recibida
también la procesa de manera distinta. Simplemente pongamos un ejemplo,
comparemos a los sujetos A y B: ambos
perciben de forma diferente un mismo refresco gasificado; para B
su sabor será muy dulce y para A no
lo es tanto, los efectos fisiológicos también pueden ser distintos. Vg. El
refresco de cola de una misma marca a un individuo le inhibe el sueño, a otro
le proporciona energías al grado de obligarlo a activarse y a otro simplemente
le quita la sed.
Sin embargo, un sujeto podría ser predecible a partir del
análisis que se haga a su formación individual y su comportamiento. Su
trayectoria pasada relacionada con las circunstancias y situaciones que le
rodean o rodearon, proporciona información que permiten formarse una opinión
respecto de su persona. Asimismo es posible determinar su capacidad de
respuesta ante los estímulos que recibe. Podemos volver a tomar de ejemplo el
refresco de cola.
Pero, todo este discurso sobre el ser
humano, los individuos, conductas, costumbres y valores ¿para qué o de qué me
sirve saberlo?, dirá usted.
Me explico.
En principio, a partir de lo antes
expuesto podemos entender la gran diversidad de ideas y reacciones de los
integrantes del colectivo social.
El hombre, entendiendo que de este modo
nos referiremos a ambos géneros, es un ente activo. Con sus excepciones, la
pasividad no es una característica propia de la especie humana. Independientemente
que en algunos casos sea menos acelerada que en otros, la evolución de las
sociedades está en constante movimiento gracias al actuar de sus miembros. A lo largo de su vida las personas realizan
una serie de actos, planeados o no, con el fin de influenciar en su grupo
social o cambiar su propio status dentro del mismo. Sociológicamente, estos
actos son considerados como roles o
papeles sociales, los cuales son adquiridos sea a través de la transmisión
empírica o sea del adiestramiento.
Los papeles o roles que desempeñará el
individuo en su medio social, generalmente incluyen todo un proceso de
integración y desarrollo de capacidades de reacción conforme a las
experiencias, costumbres, usos y prácticas que pudiesen influir en su propia
percepción del mundo así como la actitud que se toma ante su representación.
Este proceso también admite la inclusión de valores y principios, herramientas
determinantes en su actuar dentro del grupo social del cual forma o formará
parte.
Los roles que corresponde llevar a cabo
cada uno de los miembros de la colectividad, al final tendrán un impacto. Este
será positivo o negativo, favorable o desfavorable, producirá beneficios o
perjudicará al grupo. Todo dependerá de la intención del individuo por influir
con sus acciones, al llevarlas a cabo.
La tercera Ley de Newton que establece “A toda acción corresponde una reacción”,
surge de la necesidad de explicar las condiciones de los cuerpos en movimiento.
Algo parecido sucede con la Ley natural “Causa
– Efecto”. Cualesquiera que sea la ley que consideremos para tratar de
explicarnos las situaciones de la vida, concluiremos que los resultados
siempre estarán en función de las acciones. Estas leyes son perfectamente
aplicables en los términos del hombre y la sociedad, ya que, resumiendo, la
dinámica social (reacción) está determinada por la fuerza (acción) de cada una
de sus partes.
A partir de lo anteriormente dicho
podremos definir ciertas cuestiones relacionadas con el quehacer político que
caracteriza actualmente a la sociedad mexicana y cuyas consecuencias derivadas
de su participación o indiferencia, deberá asumir.
La búsqueda de posicionamientos
políticos para llegar a los altos niveles está apoyada en actitudes y aptitudes
de los individuos. No es cuestionable la ambición de obtener status político, lo realmente discutible
son las formas utilizadas para lograr los objetivos. También debemos considerar
la actitud de los pueblos en la tolerancia sobre el actuar de los políticos.
En el acontecer nacional, la pasividad
política del ciudadano común y corriente es evidente, lo cual facilita a los
políticos la manipulación para lograr escalar puesto tras puesto, no
importándoles si lo hacen a través de artimañas o acatando las reglas o
disposiciones legales establecidas, aunque la idea generalizada de los actores
políticos que pretenden ocupar un puesto de elección popular es obtenerlo al
precio que sea. Prueba de ello es que muchos sujetos pasan de un lugar a otro
en el contexto de los poderes del Estado. Hoy los vemos como diputados, mañana
como senadores, otro día como diputados locales, después buscan ser alcaldes o
gobernadores. Si la vida y la gente les permite repetir el ciclo, sin dudarlo
se candidatean nuevamente.
Ignoro, salvo en los casos de dictaduras
y los antiguos regímenes monacales, si esto pasa en otros países que presumen
ser democráticos, pero sí estoy seguro porque lo vemos frecuentemente, que en
México la política se hereda en los dos planos: vertical y horizontal. Por eso
es que en las estructuras del poder tenemos numerosos protagonistas unidos por
lazos consanguíneos o de afinidad. Los hijos de quienes alguna vez fueron
diputados o gobernadores, ahora están en el mismo terreno y con las mismas
tendencias (excepcionalmente obran diferente a sus predecesores). Hermanos o la
esposa de alguien que estuvo de diputado, gobernador o presidente municipal,
buscan mantener el poder en la familia, candidateándose para el siguiente
periodo en cualquiera de los puestos de elección popular. A lo largo y ancho del país los casos sobran
como para enumerarlos en este breviario.
La forma de hacer política también está
en constante evolución. Pero los políticos mantienen aquellos elementos que les
han funcionado durante años para el manejo de las masas y continuar con el control
de las mismas. Algunos modelos obtenidos incluso de prácticas ejercidas desde
tiempos inmemoriales o de situaciones presentados en tratados que grandes
pensadores han dejado para la posteridad.
Si bien es cierto que la lectura no es
precisamente una de las grandes cualidades de los políticos actuales, lo cierto
es que adoptaron los esquemas de control y dominio de masas así como patrones
de conducta de sus antecesores que tal vez sí lo hicieron para conservar, en su
momento, el poder sobre una sociedad endeble víctima de las circunstancias que
los actores dominantes creaban. Sin embargo, esta misma sociedad dominada
estaba consciente de las estrategias usadas por aquellos.
A decir de personas inmersas en la
política con las que tuve oportunidad de conversar alguna vez, por cierto priistas
de viejo cuño, la literatura de los antiguos políticos estaba sustentada
principalmente en las obras de Maximilian Robespierre y Nicolás Maquiavelo. De
la ideología ahí expresada se desprenden los adjetivos que califican algunas
acciones de los políticos que tienen como fin primordial beneficiarse a costa
del pueblo.
Un ejemplo de actos maquiavélicos se
expresa en la frase “el fin justifica los medios”, la cual aunque no se
encuentra textualmente en sus obras, sí se resume en muchas de sus ideas.
Las imitaciones robesperianas fueron
seguramente el ingrediente que alimentaba las conductas de los políticos
durante la época de la guerra sucia. Maximilian Robespierre instituyó el terror
como mecanismo para construir una sociedad
transparente y sana. La siguiente expresión enunciada por Robespierre en
uno de sus discursos, alberga su ideología:
“¡Franceses, Recordad que si en la República no reina la justicia con autoridad
absoluta y si esa palabra no significa el amor por la igualdad y por la patria,
la libertad no es más que una palabra vana!”.
La práctica constante de determinadas
acciones o repetición persistente de las ideas, positivas o negativas, conlleva
a la relativa aceptación generalizada por parte de los miembros de un grupo
social. Es aquí donde se gestan los principios y valores del individuo que lo
identificarán el resto de su vida. Esto quiere decir que al paso del tiempo, el
sujeto social será un miembro cuyas aportaciones a su medio ambiente a partir
de sus acciones e ideas, serán encaminadas a cuestiones de beneficio colectivo
en tanto se basen en principios y valores positivos, no así con quien se formó
en esquemas negativos, cuyas contribuciones seguramente derivarán en
situaciones conflictivas a las cuales la mayor parte de la comunidad deberá
enfrentarse.
En resumen, los patrones de conducta
individual se apoyan en los factores señalados a la vez que establecerán los
niveles de comportamiento o aceptación ante los estímulos externos a su
persona.
A partir del anterior razonamiento,
entiendo que la reacción de la ciudadanía ante el actuar de los políticos se desvíe en varias vertientes, siendo la
menos beneficiada la postura enfocada a defender, o al menos exigir a los
funcionarios públicos para que cumplan adecuadamente y a satisfacción de los
mandantes (el pueblo), los encargos que estos les hacen. Es de hacer notar que
en el círculo de los políticos, se considera a los representantes de elección
popular (presidente, diputados y senadores),
a los funcionarios públicos (mandos medios e intermedios,
administradores de la justicia, coordinadores o miembros activos de los
partidos, etcétera).
Desgraciadamente la actitud más
frecuente que toma la ciudadanía es de indiferencia. Gran parte de la sociedad
se vuelve desinteresada de los asuntos relacionados con el acontecer político,
así como las causas y los efectos que la rodean. Generalmente quienes adoptan
este proceder no participan ni siquiera en la toma de decisiones que afectan en su entorno más inmediato: llámese juntas
vecinales o de la sociedad escolar de padres de familia, mucho menos
participarán en los ejercicios democráticos.
Las excusas con mayor recurrencia que
dan los eventuales electores para justificar su postura, palabras más palabras
menos, son: “No tengo tiempo”, “Tengo otras cosas más importantes qué hacer”,
“¿Para qué, si siempre quedan los mismos?”, “De todos modos no gana el que yo
quiero”. La objeción más frívola, desde mi punto de vista es “¿Yo qué gano con
eso o qué me van a dar?”. Otras respuestas frecuentes son “¡Ni qué fueran tan
buenos!”, “No hay ni a cuál irle”, “Mejor así nos deberíamos quedar, para qué
tanto relajo”, y un largo etcétera de réplicas que reflejan en su mayoría un
papel comodino ante la obligación de ejercer un derecho.
El razonamiento más completo y tal vez
comprensible es el siguiente: “¿Para qué le ando haciendo al cuento?, si todos
son una bola de rateros y holgazanes que no hacen nada. Nada más entran al
poder para ver qué se llevan ¡Nos tienen bien jodidos! Cuando andan en campaña
prometen y prometen, pero ya estando en el gobierno, hasta se les olvida por
quién están ahí”.
En cierto modo, la última postura se puede
entender, pues deja entrever claramente que los actores políticos tienen una
responsabilidad con sus votantes que no
cumplen satisfactoriamente pero también tienen una serie de prestaciones económicas
que poco justifican lo que realmente hacen, además que por lo general caen
efectivamente en las actitudes referidas por los ciudadanos.
José Guadalupe Arvizu Olalde
Democracia y Ciudadanos, memorias de un CAE. Obra inédita
Textos que el autor comenzó a escribir en agosto de 2012, con algunos datos actualizados.
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