miércoles, 16 de septiembre de 2015

Una Crónica del 15 de septiembre de 2015

Querétaro, México

Este día necesariamente tengo que ir al Centro Histórico de la ciudad.
Son las diez horas con treinta y tantos minutos. Llego a los alrededores de la Plaza de Armas. Dos cuadras antes, por los andadores, unas rejas portátiles obstruyen el acceso a las calles que llegan a la plaza. Parece que aún no es tan restringido el paso porque pude llegar hasta los portales que la circundan. Camino bajo el portal de Dolores de la Casa de Ecala, pues las  rejas no permiten ir más allá de los pilares que sostienen el portal, cuando diviso a un conocido que busca una banca en la ya cercada plaza. Él me indica por donde puedo entrar hasta donde se encuentra.
Dos pilares adelante de mí, una grave voz varonil grita consignas:
¡Se ve, se siente, Zapata está presente!
Otras más inundan el relativo silencio de una plaza prácticamente vacía.
 ¡Viva Zapata! ¡Zapata vive! ¡Gobierno, escucha al pueblo! ¡Queremos respuesta!
Al pasar junto a ellos veo que visten playera rojas y negras serigrafiadas con la agrupación social a la que pertenecen. No son más de cinco allí reunidos, pero diviso a otros cinco o seis de sus compañeros dispersos en los alrededores.
Llego a donde una chica y dos tipos custodian el acceso, mejor dicho, controlan la entrada a la plaza ocupada por unas cuantas personas encargadas de la logística y otras cuantas del equipo técnico televisivo que intentará resaltar la tradicional comedia anual de cada 15 de septiembre por la noche, el grito.
Después de convencer a la chica y a uno de los guardias para entrar, llego a donde se encuentra la persona que momentos antes saludé. Los gritos y arengas de los manifestantes subieron de volumen, pues otros sujetos se integraron a los primeros. El total de individuos en este momento ya llegaba a la docena.
¡Se ve, se siente, el pueblo está presente!
Saludo a la persona en cuestión; comentamos sobre la presencia de los técnicos encargados del equipo de video y me retiré, escuchando las consignas contra el gobernador del estado por parte de los reclamantes.
Caminé andador abajo donde otra valla metálica obstruye el paso. Turistas y paseantes locales intentaban llegar hasta la plaza pero la entrada está muy restringida. Los encargados de vigilar preguntan ¿a qué va?, ¿con quién va?, ¿qué va a hacer?, ¿para qué quiere pasar?, etcétera. Otro grupo de personas integrantes de la agrupación social intentan penetrar para agregarse a sus compañeros, pero evidentemente la intención de los guardias es impedir el paso de “revoltosos” que molesten a su majestad, perdón, al gobernador  en turno Jorge López Portillo Tostado.
Por fin logro salir. En este espacio se puede ver mayor cantidad de viandantes hasta donde se encuentra una valla más, entre el atrio del templo San Francisco y la tienda El Sol casi para salir del andador 5 de Mayo a la Calle Corregidora, frente al Jardín Zenea. Tres filtros son necesarios para controlar a la masa popular que más tarde se congregará en la plaza tantas veces dicha.
Pegado a la valla se encuentra una pequeña carpa tapizada de cartulina con las leyendas “No al aumento en el transporte público” “No estamos de acuerdo al alza del transporte público” y otras similares. Un grupo más concurrido de manifestantes conformado por mujeres, adolescentes e infantes reparten volantes o agitan pequeños gallardetes triangulares, rojos, rotulados con el nombre de su organización social. Otras personas sostienen gigantes banderas del mismo tono.
Saliendo del área restringida, todo es libertad. Atrás quedaron las vallas de barrotes de fierro que medían mis pasos entre una y otra.
Los puestos de vendedores de artículos con los colores patrios se ven por doquier. Ruidosas cornetitas, maracas  y matracas de plástico; mascadas, rebozos, gorros, diademas, vestidos para niñas,  prendedores para el pelo; pequeñas guitarras de juguete; sin faltar el enorme sombrero de palma que estigmatizó la presencia de la chusma durante la revolución de 1910. De esta forma, los colores verde, blanco y rojo resaltaban por sobre el cotidiano colorido urbano.
Las calles que rodean por norte y sur al jardín, este día están ocupadas por decenas de puestos de antojitos. 16 de Septiembre y Madero serán salpicadas durante todo este día por el chisporroteo del aceite hirviendo cuando bolillos y tortillas bañadas en salsa roja caigan sobre el comal para ser medio calentadas antes de entregarlas a los comensales convertidos en guajolotes o enchiladas. A esta hora de la mañana el olor a aceite quemado, a vinagre con el que se encurtieron manitas de puerco y verduras que ya lucen en tamañas cazuelas esperando a la muchedumbre glotona y también al gas que escapa de alguno de los tanques, se deja sentir en el ambiente.
Más adelante, donde la calle Madero se convierte en andador, en la primera sección, músicos callejeros deleitan a los caminantes con obras populares adjudicadas a los tiempos de la Revolución Mexicana. Cual multitud de aves canoras, los ejecutantes mezclan los sonidos de sus instrumentos para oír con acordeón la marcha de Zacatecas aquí, unos pasos más adelante un joven ejecutando el violín toca el son de La Negra en tanto que a varios metros un anciano invidente con su vieja marimba los opaca ejecutando La Adelita. En la puerta de una negociación una bocina deja oír la voz de Antonio Aguilar que con mariachi interpreta Caballo Prieto Azabache.
El paisaje cambia drásticamente diez metros adelante, cruzando la calle Allende. En mesas improvisadas unas o en stands previamente elaborados, varios artesanos urbanos colocan sus mercancías elaboradas con piedras semipreciosas, piel, hilo, alambre o papel. Jocosas risas brotan de sus labios en tanto acomodan pulseras, carteras, collares. Jóvenes y hombres adultos que se quedaron en la época hippie conviven en este espacio céntrico ofreciendo sus productos. Despeinados unos, con colitas en el cabello largo en algunos varones y en otros no tanto; mujeres y hombres prendas teñidas de forma casera. Faldas, pantalones y de manta y playeras de algodón que fueron blancas de origen, adornan sicodélicamente el paisaje.
Un peculiar olor se percibe en el ambiente. Es el característico aroma que despide la mota cuando se quema. Algunos artesanos tienen varas de incienso humeando. Quizá quieren sofocar el intenso tufo de la mariguana.


La inmensa arquitectura barroca representada por los edificios erigidos con cantera rosada es el fondo que acoge a todas y cada una de las manifestaciones de los conglomerados conviviendo al mismo tiempo. Unos preocupados en divertirse, otros preocupados de las decisiones que afectan negativamente al grupo menos favorecido de la sociedad, sobre todo en el bolsillo y por extensión en su calidad de vida. Otros preocupados en el compromiso de satisfacer a quienes este día y hasta altas horas de la noche expresen su patriotismo con el consabido grito ¡Viva México!

Pd. Disculpas a la agrupación por no mencionar el nombre, pero no recuerdo cuál es ya que descuidé anotarlo. Adelante con su lucha.

José Guadalupe Arvizu Olalde
PepeHuapango

No hay comentarios:

Publicar un comentario