Marchar, marchar, marchar
Coincidentemente, la llegada
del siglo XXI trajo consigo una serie de transformaciones individuales, lo que
evidentemente impacta desde ya en los aspectos sociales, políticos, económicos,
científicos y tecnológicos. Pero donde se dan las mayores repercusiones, sin
duda es en el aspecto social a partir de los cambios en actitudes y conductas
de los individuos.
Ocurre que el ser humano está
adoptando una serie de patrones, los cuales a mi entender surgen como
consecuencia de la propia desvalorización humana y la influencia de los mass
media (medios de comunicación masivos o de masas).
Tales instrumentos de
comunicación son una importante herramienta para hacer llegar un mismo mensaje
en un solo acto a cientos de millones de receptores, con lo cual se
potencializan las posibilidades de la emulación y por ende las consecuencias
sociales por el mensaje emitido se reflejan casi inmediatamente. De ahí que
aunque se calcula la presencia del ser humano en la tierra desde hace al menos
un millón de años, los avances científicos y tecnológicos se desarrollan a una
velocidad impresionante, pues en tan sólo dos siglos y medio pasamos de la
aparición de la máquina de vapor, creada por el británico James Watt a mediados
del siglo XVIII, a los microchips utilizados en las áreas de la mecatrónica, la
cibernética, la medicina y en casi todas las áreas científica y tecnológicas
del actual recién nacido siglo XXI, contra los trescientos años transcurridos
desde la aparición de la imprenta de Johannes
Gutemberg, el invento más importante en ese periodo. Lo vertiginoso de los
acontecimientos parece que no es acorde a la asimilación humana de los mismos.
Si bien es cierto que muchos de
esos avances han sido en gran medida benéficos a la humanidad, también la
historia establece que desde la llamada Revolución Industrial el aumento de la
densidad demográfica en ciudades diseñadas durante la Edad Media se reflejó en
condiciones de insalubridad y la aparición de problemáticas sociales como
prostitución, delincuencia y alcoholismo.
Empero comento sobre las
problemáticas sociales presentes en nuestro país.
Los movimientos colectivos surgen
a partir de las condiciones sociales, económicas y políticas por las que pasan
determinados grupos, como parte de esos conglomerados: El movimiento de
Independencia liderado en un inicio por los criollos por ejemplo, quienes veían
lastimados sus intereses económicos y políticos, utilizó a las masas de
campesinos que vivían en condiciones de esclavitud bajo el yugo de los
peninsulares, los que después de trescientos años en la Nueva España, mantenían el saqueo para beneficio de los reyes de
España… la revolución de 1910 por los obreros y campesinos quienes un siglo
después seguían en las mismas condiciones virreinales y una mínima clase
intelectual al padecer la dictadura porfirista… el movimiento estudiantil de
1968 que se defendía contra la represión gubernamental.
¿Y actualmente?
Pues ahora suceden movimientos
de protesta por grupos que se consideran dañados en sus derechos humanos.
Las circunstancias se ven
rebasadas por otras cadenas que se entrelazan al acontecer diario: teñirse el
pelo; ponerse aretes o piercings; el maltrato psicológico y físico entre
escolares o adolescentes precisamente como consecuencia de actitudes como las
descritas al inicio del párrafo; la delincuencia; las tendencias sexuales
(relaciones de pareja de mujer con mujer y varón con varón); la transexualidad,
decisiones de gobernantes que empeoran la situación de diversos grupos de
gobernados. En fin, toda una gama de actos individuales que se refleja en
circunstancias sociales de manera trascendental a través de manifestaciones
exigiendo el respeto a los sentires particulares de cada grupo.
Las consecuencias inmediatas ante tales exigencias se retratan en las
marchas: Marcha por los derechos humanos; Marcha por la dignidad; Marcha porque
se legalice el derecho a abortar; Marcha por la NO discriminación; Marcha por
los derechos laborales; Marcha contra las Reformas, etcétera y más etcétera.
Ante la divergencia de ideas,
algunas expresiones también ocasionan la aparición de las marchas que se
contraponen.
Por ejemplo, contra la Marcha
por el derecho a decidir (enfocada a pedir la legalización del aborto) está la
Marcha por la vida.
Pero me llama la atención la
Marcha por la familia, cuyos manifestantes se oponen a que se reconozcan derechos
de la comunidad lésbico, gay, bisexual y transgénero por un lado: y por el
otro, la autodenominada comunidad LGBT que tomó calles de varias ciudades como
respuesta contra la primera con su Marcha por el orgullo.
El Frente Nacional por la
Familia, asociación social que convoca a tal manifestación, se conforma por más
de mil instituciones que defienden al núcleo básico de la sociedad.
Particularmente se oponen a la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto por
redefinir el concepto de familia a partir de las uniones entre personas del
mismo sexo, elevándolas al nivel de
matrimonio, lo cual jurídicamente impactará en otros aspectos de tipo jurídico.
La CLGBT, dicen ellos que lo
hacen como exigencia a la igualdad de derechos
Las convocatorias a expresarse
a favor o en contra, confronta, incluso hasta niveles de odio, a miembros de
una y otra parte. Unas y otros, otras y unos (estos son los desajustes de la
llamada inclusión de género en el lenguaje) expresan su sentir con voces y
ademanes ofensivos. De este modo, la brecha en el desacuerdo de ideas se abre
mucho más en vez de encontrar un punto de tolerancia.
Lo preocupante es que desde
varios días antes y en mayor medida
varios días después, el antagonismo se tornó virulento a través de las
redes sociales por una y por otra parte. Llevándose a terrenos de tipo social,
político y religioso y discusiones virtuales con lenguaje tan inapropiado que
solo muestran la intolerancia y la por tanto, la posibilidad de llegar a un
punto de equilibrio.
La implantación de leyes es
obligada para regular la sana convivencia humana dentro de sus respectivos
contextos sociales, aunque las legislaciones, como obra de un acto humano, no
siempre son las más justas ni las más satisfactorias para algunos integrantes
de la sociedad. Es aquí donde entra en acción la capacidad de discernimiento y
la sensibilidad individuales para equilibrar las ideas.
Sin embargo, estoy convencido
que las normas y reglas que se establecen no serían ni siquiera necesarias si
todos y cada uno de los integrantes de la sociedad actuaran conforme a un
principio: RESPETO. Este concepto combinado a otros principios y valores
humanos como la responsabilidad forjan individuos de bien a su contexto social.
Lo peor que puede suceder en
una sociedad es que permanezca estática, inmóvil ante los acontecimientos. Con
todo, es conveniente que también cada ente individual mida las consecuencias de
sus actos y asuma sus responsabilidades conforme a las circunstancias que de
ellos se deriven.
En la obtención del bien común
y contra las injusticias de quienes se sienten con derechos superiores y desprecian
al resto de la sociedad, hay que manifestar el desacuerdo. Moverse buscando la
dirección adecuada sin imponerse a los derechos fundamentales de las y los demás.
Y siempre que sea necesario marchar, marchar, marchar, marchar por tener una
sociedad sana, nunca por enfermarla. La dinámica social debe enfocarse en
dirección favorable para todos sus integrantes.
PepeHuapango Arvizu
15 de septiembre de 2016.