jueves, 22 de octubre de 2015

Doña Concha, la bestia y los indocumentados


Texto: José Guadalupe Arvizu Olalde
Primera visita a doña Concha realizada por Cecilia Tello Zúñiga y el autor.

Es el mediodía. El vientecillo fresco que caracteriza esta época del año contrasta con el picante sol que dejaba caer sus rayos inmisericorde sobre el altiplano que conforma el valle de tres municipios queretanos: San Juan del Río. Pedro Escobedo y Querétaro.
Llegamos a la comunidad Epigmenio González, geográficamente situado en Pedro Escobedo.  La población es conocida por los habitantes como El Ahorcado.
Preguntando por aquí a una señora que va acompañada de un menor y por allá a un anciano de caminar lerdo, nos enteramos dónde podríamos encontrar a la señora que nos motivó a visitar ese poblado que destacó en las noticias, incluso a nivel nacional e internacional, por varios meses: María Concepción Moreno Arteaga, doña Concha.
Cecy, mi esposa, se interesó en saber de ella cuando le comenté de quien se trataba. Quiso verla personalmente y saber si podría ayudarle en algo para su causa, por eso me ofrecí a llevarla a ese lugar: El Ahorcado.
Ella y yo somos hijos y familiares de inmigrantes. Cuando soltero, el papá de Cecy se fue por algunos meses a la Unión Americana para probar fortuna. Ahorró un poco de dinero que le sirvieron para invertir en algunas vacas al regresarse. Poco después casó y se estabilizó en la comunidad donde ha vivido toda su existencia. Ella, sus hermanas y hermanos también son migrantes. Dos varones salieron hacia el país del Norte y aun no regresan después de muchos años. Las mujeres y un varón residen en el Estado de México desde muy chicas, casi adolescentes. La mayoría de sus congéneres piensa en no volver al rancho.
Con mi padre ha sido diferente. Él comenzó a irse en busca del “american dream” desde que yo tenía siete años. En cuatro décadas ha vuelto por algunos periodos cortos, el más largo fue por doce años y los demás no fueron mayor a dos meses. Ahora no tiene para cuándo volver, ya no a la tierra donde nació, sino siquiera a esta patria mexicana; mucho menos cuando ya ha obtenido la ciudadanía norteamericana, convenció a mi madre de hacerlo también y se ha llevado cuatro hijos tras él. Casi todos ya se acostumbraron al “american way of life”, solo dos de mis hermanos volvieron para quedarse.
Quizá por lo anterior, sentimos la necesidad de conocer a doña Concha. Pero sobre todo porque nos enteramos que  ayuda a hombres y mujeres que vienen del sureste de México y de Centroamérica escapando de la miseria en que se encuentran para ir en busca de un trabajo bien remunerado con el cual dar un mejor nivel de vida a sus familias que se quedan en su lugar de origen, pero que ahora están en la misma situación que estuvieron nuestros padres y hermanos cuando decidieron irse al Norte como casi todos lo hacen… de mojados, de ilegales, a la buena de Dios.
Por fin, llegamos a donde nos habían indicado nuestros informantes espontáneos.
Frente al extenso solar limitado por malla de alambre que circunda la escuela Telesecundaria “Ángela Peralta” donde juegan los alumnos durante el receso, separadas por la calle Vicente Guerrero, se asientan las humildes viviendas en las cuales residen doña Concha, algunos familiares y vecinos.
Toqué en una puerta fabricada con madera de desecho, en tanto Cecy aguardaba en el vehículo que fuimos a la comunidad.
Me indicaron que la señora que buscábamos vivía al lado, ingresando por un angosto andador de tierra, “al fondo estaba una puerta de madera que es la entrada a su terreno”, precisaban.
Me dirigí hacia el punto indicado pero antes de entrar al pasillo un hombre joven, treinta y tres años a lo más, a quien le pregunté por la señora Concepción volteó hacia el andador y me dijo: Sí, ella es. Aquí la buscan. – agregó dirigiéndose a la mujer. Más tarde doña Concha comentó que es su hijo.
Mujer madura (dijo tener cincuenta y cuatro años) de complexión mediana; carirredonda con pelo corto prácticamente blanco por las canas; facciones ajadas por el tiempo con ojos de mirar melancólico, triste. Su caminar es lento porque está perdiendo la vista muy rápidamente “por causa del azúcar”, puntualiza.
Le saludé y llamé a Cecy para presentarnos y seguidamente explicarle el motivo de nuestro interés por conocerle. Inmediatamente nos invitó a pasar, a lo que nos disculpamos diciéndole que por esta vez preferíamos que la conversación fuese en la calle, ya que sería muy breve nuestra visita.
Sin tantos rodeos nos dijo que está muy decepcionada de la aplicación de la justicia.
-          Oiga, que ya no podemos dar ni siquiera un taco para ayudar a esa pobre gente, a mis muchachos, porque yo les digo mis muchachos. Fíjese nomás que por eso me llevaron presa.
-          ¿Cómo fue que comenzó a hacerlo, doña Concha? -pregunté.
-          Es que una vez empezaron a llegar unos muchachos sucios, lastimados que decían que venían de por ái de Honduras o de Guatemala, pidiendo algo para comer. Los vi tan mal que les preparé un taquito sencillo, pero que les ayudara algo. Y así me propuse que cuando fuera necesario aunque nomás sea una taza de café pero algo había qué darles, para que les caiga algo al estómago después de tantos días sin comer y que vienen sufriendo por el camino con la gente, los policías…
-          Le comento a mi esposa que usted estuvo presa…
-          Sí, fíjese nomás. Estuve dos años y medio.
-          ¿Y por qué? –pregunta Cecy.
-          Me acusaban de pollera. Yo qué pollera voy a ser, si nomás les doy un taco. Le decía al juez ‘Ándele, vaya a ver mi casa. Yo creo que los polleros viven en casas más buenas. Yo apenas tengo donde dormir’… En aquel entonces yo nomás tenía mi chocita de láminas de cartón; ya después que salí de la cárcel el presidente municipal me mandó hacer un cuartito de tabique.
Pues no, el juez hasta me dijo que le estaba faltando al respeto y le contesté: más me lo falta usted a mí, porque me achaca cosas que no tienen nada qué ver conmigo. Lo que hago es darles de comer a mis muchachos. A veces no tengo ni para mí, pero algo les ha de servir lo poquito que les doy. Usted qué, ni un peso ha de soltar ni para su familia aunque gane harto dinero.
-          Él no le creyó… -observé.
Pero como si no me escuchara doña Concha continuó:
-          Y se lo repetí al juez; he de salir y voy a seguir dándoles lo que pueda mientras Dios me deje vivir, porque un vaso de agua y un taco no se le debe negar a nadie.
-          ¿Y recibe ayuda de sus vecinos? –Le preguntó Cecy.
-          ¡Hay señito! De nadie. ‘Ora ya los de aquí no quieren ni meter las manos después de lo que me pasó. Eso sí, cuando llegan a sus casas luego luego me los mandan para acá “Vayan con doña Concha. Ella los ayuda”, les dicen. Pero nadie me manda un kilo de arroz o unas tortillas para darles de comer. Yo veo como le hago, pero busco por aquí o por allá y ya les hago un café. Hay veces que una señora por ái me manda algo de comida que le sobra; “Tenga para sus muchachos”, pero de ái en fuera, nadie más.
-          Dice que a veces llegan lastimados, heridos…
-          Sí. Dicen que les pegaron los demás que vienen en el tren o la gente por ái en el camino, o  que se cayeron del tren. No falta. Lo bueno que la enfermera de aquí del centro de salud, no me cobra. Me los pasa con la doctora y ya le dice qué es lo que les debe de hacer. Que una curación o que unas costuras. Fíjese, una vez a un muchacho que venía con una herida en la pierna, así, (señala en forma vertical sobre la suya) le puso casi cuarenta puntadas, y no me cobró ni un centavo.
Antes que me llevaran presa se acostumbró un muchachito, creo que era salvadoreño, y aquí se quedó conmigo mucho tiempo. Pero nomás que tenía cáncer. Lo llevé al doctor. Fuimos al hospital y le conseguí tratamiento porque les dije que era mi sobrino. Por aquí pedía con los vecinos para comprarle sus medicinas. Lo llevaba a las, las estas… terapias…
-          Quimioterapias. –intervengo-.
-          Sí, a las quimioterapias. Y ya empezaba a recuperarse cuando que viene la policía…
-          Fue cuando la detuvieron…-le interrumpí.
-          Sí. Llegaron varios policías y con las pistolas en la mano me gritaban con puras maldiciones y  preguntando que dónde estaban los demás y me acusaron de pollera.
-          Cuando estaba allá que le digo al juez. No señor, yo no soy pollera. Nomás cumplo con darle un taco a mi prójimo que lo necesita. ‘Ora usted cree que si yo me dedicara a lo que dice, estaría viviendo en esa choza. Tendría casas buenas.
-          ¿Y qué pasó con el muchacho que estaba enfermo? –Cuestionó Cecy.
-          Se murió, –responde apesarada-. Yo creo que fue por la falta de medicinas. Como a los cuatro meses que yo estaba en el penal me avisaron que ya se había muerto. A ver nomás. Esos hombres que quedan por acá y su familia ni enterada de si viven o si están bien o enfermos.
-          ¿También vienen mujeres, doña Concha? –Preguntó Cecy.
-          Sí. Vienen más hombres, pero también llegan a venir muchachitas. A lo mejor vienen más, pero no todos llegan hasta acá. Les da miedo que los vaya a agarrar la migra y entonces sí, de nada valió tanto sufrimiento. Es que unos se quedan por allá, por las vías, y otros se vienen o los mandan a buscar qué comer o a pedir dinero para seguir el camino.
Si tengo yo los invito a tomarse un café o me piden permiso de bañarse y si se quieren quedar, pos aunque sea en el suelo de la cocina o en el patio.
-          ¿Qué es lo que más le falta para apoyar a estas personas que andan tan lejos de su tierra y buscan algo mejor para su gente? –le preguntamos.
-          Frijol, arroz, sopas, café. Jabón, porque a veces ni jabón tengo para que se bañen o laven su ropa.
Amargamente se queja de la condición humana cuando dice que quienes se comprometían a ayudarla, nunca lo hicieron.
-          Fíjese, el licenciado Vicente Rayas Gómez le pidió diez mil pesos a mi familia para ayudarme a salir. Mi familia pidió prestado, juntó dinero con los vecinos y se lo dieron y ya no volvimos a saber de él.
O también para exhibir la insensibilidad e indiferencia:
-          Cuando estaba presa, mis hijos me avisaron que una vez el tren le cortó una pierna a un centroamericano y que había mucha gente de aquí alrededor del muchacho y nadie lo quiso ayudar. Que decían que no, porque no querían que les pasara lo mismo que a mí.
También está agradecida con aquellas personas que la apoyan para recuperar la vista.
-          Santiago a veces viene por mí, a veces Agustín para llevarme con el doctor que me va a curar. Dicen que la operación de los dos ojos va a salir en ochenta mil pesos. Ojalá y pueda volver a ver, aunque sea tantito.
Nos platicaba otras vivencias más que ha tenido en su loable labor, pero interrumpimos la conversación para despedirnos con el ofrecimiento de regresar otro día.
Los diez minutos que traíamos destinados para entrar en contacto con esta samaritana, se prolongaron hasta casi una hora.

Nos despedimos, no sin antes asegurarle que muy volveríamos.


domingo, 11 de octubre de 2015

REFLEXIONES

PIENSO QUE PODREMOS SER MEJORES MIEMBROS DE NUESTRAS RESPECTIVAS SOCIEDADE SI TOMAMOS LA FILOSOFÍA QUE CRISTO NOS RECALCÓ DURANTE SU ESTADÍA EN LA TIERRA Y QUE SE ENCUENTRA EN EL LIBRO DE CABECERA QUE TODO SER CREYENTE EN UN SER SUPREMO HEMOS LEÍDO, AUQNUE SEA EN PARTE, ALGUNA VEZ.
CADA QUIEN DA LO QUE TIENE. 
HOY LES COMPARTO ESTO QUE ESCUCHÉ EN LA MISA DOMINICAL Y ES PARTE DE LO QUE, CREO, HA MARCADO MI VIDA.

Lectura del libro de la Sabiduría (7,7-11):

Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espiritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables. 

Lectura de la carta a los Hebreos (4,12-13):

La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy



Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-30):

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego síguerne.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando. y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»

Palabra del Señor

martes, 6 de octubre de 2015

Derechos Humanos de un Adicto

PARA ESTA OCASIÓN COMPARTO UN ENSAYO DE Ernesto Salayandía García, UN ESCRITOR QUE PLATICA DIVERSOS ASPECTOS DE LA PERSONALIDAD.

EN ESTE CASO, PONE SOBRE LA MESA LAS CIRCUNSTANCIAS QUE RODEAN A UN ADICTO Y LA VALIDEZ DE RESPETAR O NO SUS DERECHOS HUMANOS.

MI OPINIÓN ES QUE SI AMAMOS A UNA PERSONA QUE ESTÁ PERDIENDO EL RUMBO, BIEN SE JUSTIFICA UN CORRECTIVO A TIEMPO POR DURO QUE PUEDA PARECER.

AL FINAL DEL TEXTO, ANEXO EL ENLACE DONDE PUEDEN CONSULTAR OTROS TEMAS DE SU AUTORÍA.

Sábado por la noche. Hay una enorme variedad de drogas de alto impacto, drogas tan poderosas como el cristal, que es una metanfetamina procesada con otras sustancias tóxicas como ácido de batería o líquidos para desengrasar motores, hay las llamadas clonas, que como otras drogas, despiertan el sentido auditivo, es decir, tus oídos se vuelven cuadrafónicos y la vista genera un especial deleite por la nitidez y el brillo visual que llega al cerebro, colores en alta definición, sin olvidar el gran estímulo que recibe el cerebro, no hay que olvidar el tradicional churro de mota, esta hierba que te pone en contacto, en comunicación abierta estrecha y directa con la Santa Muerte y el mismito diablo, en complemento, el alcohol cuya cantidad de cerveza, combinada con whisky, tequila o red Bull, pone a las niñas y niños, peor que arañas fumigadas y así los vi este sábado por la noche, cuando fui a recoger a mi hijo Neto a una fiesta celebrada en una granja a las orillas de la ciudad de Chihuahua, estas niñas, muchas de ellas, drogadas, sustanciadas, torpes en sus movimientos, vomitando las llantas de un auto, orinando en la calle, mientras que los jovencitos, menores de 18 años, al término de la fiesta, apenas si podían caminar, hablando incongruencias, tambaleándose al caminar en bola, drogados, severamente anestesiados, mi hijo, gracias a Dios, no usa drogas, no fuma y tiene toda la información sobre las adicciones y otros temas. Estas niñas, buscándole el cascabel al gato, vestidas con ropa entallada, rabonas y enseñando su ropa interior, con un escote más abierto que el Cañón del Colorado, dejando ver hasta el ombligo y más allá, en ellas, la mayoría, la virginidad es cuestión del pasado, es lo que menos importa; drogadas, borrachas están a merced de cualquiera y que las traten como prostitutas.- ¿Y los papás?.
A mí no se me debe de olvidar. Así me tambaleaba como estos jóvenes, así se me entumía la mandíbula, así la quijada se trabaja, como ellos, de la misma manera, vomitaba en todos lados y la droga me robaba mi dignidad, hacía que me humillara y que perdiera el sano juicio, tuve que volverme loco. Maldita cocaína, me robó mi libertad, mi dignidad, mi sano juicio, perdí trabajo, salud, tiempo, dinero, y cuando veo un drogadicto o un grupo de ellos, mi pasado se hace presente, recuerdo mi compulsión, mi ansiedad y mi vida llena de incongruencias, recuerdo como sangraba de mis fosas nasales después de los atascamientos de cocaína, lo que generaba en mí, esos delirios de persecución, esos pensamientos y sentimientos encontrados, los delirios auditivos, los de persecución que nunca me dejaban en paz y los delirios visuales, todo ese esplendor lo volví a vivir el sábado por la noche, gracias a Dios tengo 16 años libre de cocaína, tenía una vida falsa, fui el rey de las máscaras, me hundí en la droga y me torné maniaco depresivo, vivo de milagro solo por la Gracia de Dios, me hice un severo daño y dañé a mis seres queridos, a mis seres cercanos, los daños son irreversibles y las consecuencias son huellas profundas en el alma, y como cualquier vil drogadicto, yo no entendía razones, no comprendía la dimensión de esta enfermedad maldita perversa del alma, los fondos no fueron suficientes, yo traté de matar a mi mujer, drogado, alcoholizado, parecía que esta poseído por el mismo demonio, lleno de ira, lleno de furia desmedida y tuve que vivirlo para comprender de lo que es capaz un adicto, y como si fuera una caricatura, yo exigía mis derechos humanos y mis derechos constitucionales.
La bola de cristal. Hubo una niña que se me quedó viendo, su mirada dilatada, fija, una expresión de asombro, característica de la cocaína y las clonas.- Secuestrada en sus adicciones.- Esta niña como muchas otras adictas, no saben que es progresivo, que entre más usas, más te metes, más quieres, no saben que de una sustancia te vas a otra y otra, te conviertes en metodista, desconocen que ningún hombre habrá de respetarlas, ni de tomarlas en cuenta, primero, por su vulgar manera de vestirse, sin dejar nada a la imaginación, segundo, por emborracharse y drogarse como si fueran sexys servidoras de cualquier congal, y estas niñas anduvieran en los brazos de uno y de otros, con el primo de un amigo, el hermano y hasta con el tío, y en una noche de pasión, quedará embarazada a temprana edad, antes de cumplir los 16 años, dará a luz sin saber quién es el padre y de saberlo, él cobardemente se lavará las manos, solo fue una noche de calentura, pasaran un par de años y volverá a embarazarse en las mismas circunstancias, y después otro y tal vez otro más, no se escapará de caer en el infierno de las drogas y andará, si bien le va, de un centro de rehabilitación a otro, llegara a tener serios problemas en su casa, será un conflicto permanente, una brasa ardiendo, tocará fondos, como la cárcel, el siquiátrico o tal vez el panteón.
Un drogadicto en casa. Sé que mis libros, algún día, se van a vender como pan caliente, hoy no están acorde a la información que hay respecto a esta enfermedad, la ignorancia es la comandante en jefe, pocos son los que aceptan tener un serio problema por su manera de beber y de usar drogas, los padres de una niña borracha, adicta al sexo y a las drogas, no quieren entender la magnitud del problema, dejan que crezca y después se dan cuenta de que su hijo, se les fue de las manos y sin duda alguna, difícilmente habrán de sacarlo del hoyo, mi libro, Un Drogadicto en Casa, ES DE GRAN UTILIDAD, para prevenir, igual, informar, orientar y concientizar a los padres y al mismo adicto a elegir un mejor camino, es una guía que en mi opinión debería usarse como libro de texto y como un manual en todo matrimonio, un drogadicto en casa, es sinónimo de destrucción, de maldición, es un verdadero infierno vivir al lado de un esposo borracho, adicto o tener hijos prendidos de cualquier sustancia, por desgracia la gente debe de vivir su propia experiencia y asimilar que un adicto lesiona gravemente los derechos humanos de las personas con quien vive, lesiona los derechos constitucionales, el codependiente, pierde su libertad y los daños que causa un adicto son irreversibles, daña la dignidad e integridad de la familia, la economía, no hay dinero que le alcance al adicto, todo se fuma, todo lo convierte en droga, llámese aparatos electrodomésticos, joyas, muebles y otros, la libertad se pierde, el adicto se convierte en maestro, los horarios, el lenguaje, disposiciones y roles, giran en torno a él y no al de la mayoría de la familia, la familia está en jaque, en hundimiento, se desintegra, se desmorona gracias al DROGADICTO EN CASA… y todo empezó en una fiesta, donde alguien lo invitó a drogarse, donde alguien le regaló una pastilla, un churro de mota o un jalón de cocaína, todo fue muy fácil y placentero, lo difícil y casi imposible, es salir de ese infierno, La Saliva del Diablo.- Cualquiera entra, pero no cualquiera sale.
El adicto es un enfermo. La Organización Mundial de la salud ha declarado al alcoholismo y a la dependencia de sustancias tóxicas, como una enfermedad. Adicción es una condición en la cual la persona desarrolla dependencias físico-psico-social de cualquier sustancia que altere el estado de ánimo. Provoca que una persona use droga para obtener una gratificación a corto plazo, pero implica un precio a pagar por la gratificación recibida. Cuando el adicto no está usándola, piensa, planea y ve cuándo volverá a consumir, formando esto parte de la obsesión que vive el individuo. El uso de sustancias tóxicas interfiere en la vida de la gente, provocando compulsión o extremada urgencia por volver a usarla una y otra vez a pesar de las consecuencias tan dolorosas que se presentan. La persona adicta usa la droga para eliminar el sufrimiento creado por el mismo uso. La adicción es el consumo de sustancias adictivas (alcohol, droga, etc.) que conduce a la persona a seguir consumiendo sin poder detenerse. La adicción se distingue del ‘uso’ de una droga, por la falta de libertad de elección por parte de la persona adicta. El consumo de drogas provoca que el enfermo adicto pierda su alternativa de elegir la frecuencia, la cantidad y la naturaleza del uso de la sustancia, por lo anterior y por más argumentos, un drogadicto, un borracho, un adicto, pierde su libertad, su sano juicio y sus derechos humanos y constitucionales, debe ser tratado como un enfermo, y no tiene elección, ni poder de decisión.
En Chihuahua, una total incongruencia de la CEDH. Una adicta, viola el bienestar común, como lo viola el muchacho drogadicto o el esposo borracho, bloquean la libertad y afectan los derechos humanos de la familia. Un adicto es capaz de golpear a su propia madre, se la pasa insultando, hiriendo a todos, y ahora, por recomendación de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en el estado de Chihuahua, no hay poder humano que pueda encerrar a un enfermo en un centro de rehabilitación o remitirlo a la comandancia de la policía municipal, porque se lesionan los derechos humanos del adicto, solo que el drogadicto firme y autorice que se le interne en un centro de rehabilitación, solo así y únicamente de esa manera, puede ser internado, de otra forma es meramente imposible, qué absurdo es que los “DERECHOS HUMANOS DE UN ADICTO” se defiendan tanto, olvidando todo el daño que un adicto le genera a su familia, olvidando que un ser drogado es una bomba de tiempo al volante, que irrumpe el bienestar familiar, que roba, insulta, daña y lesiona, ahora, muchos adictos no tienen la oportunidad de desintoxicarse, ni de rehabilitarse, porque ellos no autorizan que se les interne, todo ello, muestra la ignorancia de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, ojalá y le puedan preguntar a una esposa que es espiada, hostigada, humillada, golpeada por su esposo drogadicto que anda viendo moros con tranchete, que si ella lo quisiera anexar, simplemente seria imposible, porque el drogadicto no va a dar su consentimiento, entonces que siga el maltrato, los golpes físicos y emocionales, la denigración y todo el estuche de monerías, al fin y al cabo, los derechos humanos de la esposa o de las víctimas de un adicto, es lo que menos importa.

Yo me quejé amargamente de mis derechos humanos y constitucionales.Estuve tres meses en un centro de rehabilitación, de no haber sido por ello, yo estaría muerto o en la cárcel, por supuesto que sufrí el encierro, fue un proceso lento, duro y doloroso, sufrí por todo y por nada, fui víctima del síndrome de supresión, comencé a sangrar cada vez que iba al baño, padecí de severos dolores de huesos, la malilla en pleno apogeo, me quejaba de todo, del caldo espiritual, de dormir en el suelo, del baño, de las terapias, vaya, fueron tres meses intensos y cuando me subía a tribuna, me habría en canal y me quejaba y me quejaba de mis derechos humanos y de mis derechos constitucionales, hablaba y hablaba, hasta que un compañero me dijo.- Tú te quejas de tus derechos humanos y constitucionales y yo te pregunto, dónde estaban los derechos de tus hijos cuando te inhalabas el dinero por la nariz, donde estaban los derechos de ellos con el refrigerador vacío, sin zapatos, ni ropa, donde estaban los derechos humanos y constitucionales de tu mujer al tratarla como prostituta, golpeándola, humillándola, denigrándola, esos, sí son derechos, los tuyos.- Me dijo.- Son niñerías de un mediocre que de derechos humanos y constitucionales, no sabe absolutamente nada.- Lloras como un niño, tu problema es inmadurez y no has visto la magnitud de tus daños hacía tu familia, tú pisoteaste sus derechos.- Así pensaba yo hace 16 años cuando estuve anexado y mi experiencia en este trayecto de mi recuperación, me permite acreditar que un adicto no tiene derechos, ni humanos, ni constitucionales, primero, porque lesiona los derechos de otros, y segundo, debido a que no tiene sano juicio, ojalá y esta disposición que está vigente en el estado de Chihuahua, de que el adicto debe de autorizar su internamiento, sea denegada y si no, que hagan una encuesta a ver que piensan las esposas, las mamás, los hijos y los hermanos de los borrachos y los drogadictos en relación a sus derechos humanos.

Ernesto Salayandía García

Tomado de: http://crisiscreces.com/Inicio/2015/07/22/los-derechos-humanos-de-los-adictos/